No es bueno mentar la soga en casa del ahorcado aunque hay gente que se lo toma a chufla – como en los versos del Piyayo – y al final los que querían reírse hacen un rictus y los que tampoco tienen razones para emborracharse e irse de señoras, renuncian a la bacanal porque el coitus interruptor no es la mejor forma de celebrar nada.
Las elecciones son la excepción en la que se apoyan los políticos para que creamos que les importamos un carajos porque durante los días previos juegan a ser austeros y normales, pero los anaqueles de las estanterías de las bibliotecas están llenos de tratados inútiles sobre «el servicio público de los políticos a la sociedad » que es la recopilación más completa de textos de ficción que se ha escrito en la historia de los bulos.
No existe en el teatro universal una función más trucada en la que los actores prometen lo que no van a cumplir y el público, que conoce el final del libro reto, aplaude a rabiar porque sobra ideología empaquetada para borregos y escasean ciudadanos con conciencia cívica.
La anomalía democrática en nuestro país está en el cuarto poder que ha dejado de ser un elemento crítico de los excesos de los otros tres poderes del Estado, ha cambiado el bolígrafo u el blog de notas por la liga en el muslo y la vaselina en el trasero.
Poe eso no estoy interesado por lo que dicen y escriben los hijos de un dios menor al dictado de sus jefes de redacción , y prefiero recrearme en la añoranza de lo que alguna vez fue este oficio que quizás recupere su dignidad perdida el día que desaparezcan las tertulias de cuota y de ficción y con ellas los agitadores y propagandistas que exhiben en sus camisetas la foto de quienes han comprado su palabra.
La nueva dependencia consiste en ser rehenes de nuestros empleados públicos que se comportan como los dueños del sistema porque desde el momento en el que renuevan su contrato se convierten en impunes. Saben que hoy es más eficaz un eslogan bien elegido que una mentira bien elaborada. La prueba está en que Txapote se ha hinchado a votar el domingo.
Ayer leía como murió Anastasio Somoza y a día de hoy perduran las sospechas sobre el médico de Eisenhower que no hizo nada para salvarlo cuando dejó de ser el hijo de puta de los Estados Unidod.
La democracia sólo la protegen los ciudadanos decentes que, por lo general, son mujeres y hombres anónimos.
Diego Armario