Ábalos será juzgado por organización criminal, cohecho, tráfico de influencias y malversación. De nada ha servido sus intentos de que el PSOE o Sumar o Podemos frenaran el suplicatorio. Argumentaba además que si está en marcha una ley de impunidad, mejor aplicarla desde antes de que se promulgue… ¡Todo un jurista!
Va p’alante. O pá dentro…
Ábalos ha intentado ‘vender’ que no cobró comisión alguna. Pero Aldama dice lo contrario. Y ha presentado pruebas. Y el Supremo considera que hay “indicios bastantes”. Y no lo dice al tuntún sino tras escuchar la testifical suya, de Koldo y de Aldama. Tres horas cada uno aproximadamente. Hay materia. Al menos eso parece.
El PSOE no ha querido exculparle. Si alguien se tiene que comer el marrón, que sea Ábalos. Porque es que -además- el auto del Supremo en el que llaman a declarar al Fiscal General y atribuyen a Moncloa participación en la revelación de secretos con “claros fines claramente políticos” ha sido un shock del que todavía no se han recuperado.
Desde la mesa del Consejo de Ministros se califican estas calificaciones judiciales de “elucubraciones” y se afirma que no hay pruebas. Cierto. Hay indicios. Si hubiera pruebas, habría condena. Pero los indicios son tan suficientemente sólidos para que nada menos que el Supremo se atreva a realizar afirmaciones tan contundentes y graves sabiendo del riesgo de querella por prevaricación.
La tensión es máxima. Tanta que un día antes de que el Fiscal General esté llamado a declarar, el Supremo resolverá sobre su nombramiento. Es decir que podría fallar que su nombramiento fue nulo por el empecinamiento de su antecesora Dolores Delgado. En tal caso, ¿sus actuaciones son nulas?, ¿todas?.
Luis Losada Pescador (Actuall.com)