El gobierno ha presentado un anteproyecto de ley que prohíbe fumar y vapear en las terrazas. Argumentan que es un espacio público y que el humo puede dañar a terceros.
Está por ver que la norma llegue a ver la luz dada la parálisis de la legislatura y la dificultad para alcanzar mayorías parlamentarias. Pero si llegara a aprobarse generaría gravísimos problemas al sector de la hostelería que ya adaptó sus terrazas a la normativa invirtiendo muchos millones de euros.
Obviamente es muy probable que la medida no consiga la reducción del consumo que supuestamente se pretende sino la reducción de la asistencia a la terraza, un sector de actividad básico en un país de servicios como es España. También puede afectar al turismo, que es nuestra gran vaca lechera.
Y a todos esto, ¿eliminará el gobierno el impuesto al tabaco tras estas restricciones? Obvio que no. Resulta que según SOS Hostelería, Hacienda recaudó 8.695 millones de euros por impuesto de tabaco en el 2024, casi 2000 más que en el 2022 que recaudó 6.692 millones.
La recaudación se encuentra en máximos históricos. Se supone que es para disuadir el consumo. No lo disuade. Quizás para financiar las enfermedades derivadas del tabaco. Los estudios apuntan a unos 9.000 millones. Lo comido por lo servido. ¿Entonces?, ¿por qué ahora debe de pagar la hostelería?
Pero hay un tema más de fondo que es la libertad. Es obvio que el tabaco es malo para la salud. Pero hay muchas cosas malas como la vida sedentaria, el exceso de azúcar, la vida solitaria, el no consumo de frutas y verduras, las relaciones tóxicas, el estrés laboral, etc.
¿Qué hacemos?, ¿ponemos a todos los ciudadanos a hacer deporte obligatorio por la mañana como en China? Sería muy saludable. Sólo hay un pequeño detalle: la libertad.
¿Libertad para equivocarse? Claro. La libertad está para equivocarse. Si no nos equivocamos seríamos máquinas o dioses. Y somos humanos. Fallidos. Conocemos el bien lo rechazamos. Hacemos el mal que no queremos y no el bien que queremos, que decía san Pablo.
¿Y no sería mejor no equivocarse, renunciar a la libertad y acoger el bien? Pues no. La libertad es consustancial al ser humano. Y está más en peligro que nunca. “No podemos conducir por ti”… Y ahora, no podemos respirar por ti. Y quizás, ¿comer por ti?, ¿una cartilla de racionamiento equilibrada y sana?
El gobierno no es una madre ni el ciudadano un niño por mucho que traten de infantilizarnos. Somos adultos y responsables. Cada uno debe de asumir la responsabilidad de sus actos y el gobierno debe respetar la libertad de todos. También de equivocarse…
Quizás no sea casual que el activista conservador asesinado el pasado miércoles, Charlie Kirk, llevara una camiseta de “Freedom” cuando fue asesinado. Porque la libertad está más amenazada que nunca. Con la excusa de que es por tu bien, que no puedes dañar a terceros,… ¡nos roban la libertad!
Robándonos la libertad también nos roban la responsabilidad. Y habrá muchos encantados de sacudirse la responsabilidad de encima. Sólo que eso significa la deshumanización. Comeremos muy sano y conduciremos con mucha seguridad. Pero la garantía 100% está en el cementerio y la perfección en el cielo.
La paradoja es que encima pretenden multar al padre cuyo hijo menor fume o vapee. O sea que una niña de 16 años puede abortar sin conocimiento ni consentimiento de sus padres, pero si fuma, el padre asume una multa de 100€. ¿Y esa asimetría?
Y ya puestos, ¿se meterá también el gobierno en las relaciones sexuales?, ¿prohibirá la promiscuidad por los efectos dañinos tanto en enfermedades venéreas como mentales y sus efectos sobre terceros?, ¿por qué mantener las unidades pre-exposición que favorecen la promiscuidad en lugar de prohibir y multar?, ¿no resulta un tanto contradictorio?
El problema de fondo es que alguno se ha creído dios con poder para cercenar nuestra libertad. Eso sí, por nuestro supuesto bien, según su criterio. Y su criterio consiste en que al colectivo LGTB hay que atiborrarle de medicamentos que pagamos todos para que no se contagien el SIDA en lugar de proponerles la abstinencia o la fidelidad. Y esos mismos son los que desde su púlpito laico han decidido que fumar en las terrazas es un pecado mortal y pretenden imponernos una penitencia…
Los moralistas laicistas son mucho menos comprensivos y misericordiosos que los expertos en moral católica que asumen el pecado con la normalidad de unos hombres que custodian la fe desde vasijas de barro.
Luis Losada Pescador (Actuall,com)