¡Bienaventurados, en verdad,
los que ignoran
y si es de reír, ríen,
y si es de llorar, lloran
con la simplicidad
de su santa ignorancia!
¡Solo anhelo ser siempre
en mis dichas y males,
y vivir la tristeza
de los días iguales,
como si el alma hubiera
retornado a la infancia!
Mucho ánimo.