No vale la pena elucubrar sobre la desfachatez con que se ha expresado el prófugo y golpista Carlos Puigdemont. Sabe que Pedro Sánchez lo necesita sí o sí y está dispuesto a exprimir hasta la última gota el limón sanchista. 

 Para empezar, ha abofeteado a Pedro Sánchez al anunciar a bombo y platillo que no se fía de él y que no le votará salvo que la Ley de Amnistía quede aprobada por el Parlamento antes de la investidura. Exige además un mediador que comprometa y de fe de la actividad del presidente en funciones. No se puede menoscabar públicamente en mayor grado a un político, como ha hecho Carlos Puigdemont con el pobre Pedro Sánchez.

Anuncia además que actuará unilateralmente si el presidente en funciones se desvía un milímetro de las condiciones independentistas. Exige que la Ley de Amnistía escupa sobre el Estado de Derecho, considerándolo un Estado opresor al establecer que no hubo delito en nada de lo referente al golpe de Estado del año 2017.

Fustiga a Pedro Sánchez, genuflexo a sus pies, y le explica claramente que, una vez amnistiado el prófugo golpista, repetirá todo lo que se propuso con el golpe de Estado del año 2017. No da un paso atrás ni tiende una mano que suavice la diatriba pública tras tratar con condescendencia a la obsequiosa y sonriente Yolanda Díaz Iscariote.

El mundo jurídico ha reaccionado de forma casi unánime frente a los planteamientos de Carlos Puigdemont que pretende considerar como Estado opresor a la democracia española. No se puede ir más lejos porque tampoco renuncia ni al derecho de autodeterminación ni al referéndum.

Se trata de que el prófugo golpista regrese a España en apoteosis y luego se reproducirá la operación conducente a convertir a Cataluña en una nación independiente, quebrando un principio establecido desde el año 1812: la soberanía nacional reside en el pueblo y los españoles, todos los españoles, son libres e iguales ante la ley.

Luis María Anson (ÑTV España)

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Última Actualización: 13/06/2024

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