A propósito de la entrevista concedida hoy por el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, al diario El Mundo, y aparte del titular «volveremos a gobernar cuando…» que desliza la imprudencia de reconocer que el Partido Popular ya sabe que no gobernará ni con el escaño 137, el entrevistado certifica que la desastrosa táctica empleada en la pasada campaña electoral de derogar a Vox ha ascendido en Génova 13 a la categoría mayor de estrategia.

Apela para ello el desagradecido presidente Moreno —que si llegó la primera vez a ese cargo fue gracias a la generosidad de Vox después de cosechar el peor resultado electoral de la historia del PP andaluz— a la conquista del llamado «centro» y al entendimiento con el PSOE.

Esto no es ninguna novedad. En rigor histórico, el PP lleva cuatro décadas largas reclamando esa posición geográfica irreal, tratando así de desembarazarse de la etiqueta de «derechista» que le produce, por mor de un arraigado y absurdo complejo, picores y sarpullidos.

Tampoco es novedad que pretenda entenderse con el socialismo español. El todavía líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijoo, exvotante socialista, siempre ha sido un firme defensor de «colindar» con el socialismo ocupando para ello todo el espacio a la izquierda dejado libre por el PSOE en su echada al monte. Y entenderse, se entienden. No hay más que observar la alianza que ambos partidos mantienen en Bruselas y de la que se pavonean sus dirigentes europeos como García-Margallo o González Pons.

Insistimos en que nada de lo dicho por el presidente andaluz supone novedad alguna. Por eso, el error es mayúsculo, a la altura de la derogación de Vox.

El Partido Popular no volverá a gobernar jamás si persevera en la idea de que sus electores han de resignarse al sistema cultural impuesto por la izquierda y a ver a la antigua formación conservadora fluir por los campos líquidos de la corrección política y los prados de unicornios del mundo reformista socioliberal. El temita de la gestión, como demostraron los resultados del pasado 23J, ya no es un valor en sí mismo.

El cortoplacismo ya histórico del PP —la meta sólo es ganar siempre las próximas elecciones y alternar en vez de ser alternativa— le ha llevado a traicionar a sus votantes aceptando todas las tesis de la izquierda globalista. Todas es todas. El PP es hoy un partido a la defensiva que ya no defiende la vida ni las fronteras, que regala la nacionalidad española, que cree en la antiespañola Agenda 2030 como si fuera la verdad revelada y que mantiene y promueve leyes identitarias que van en contra de la igualdad de los españoles y que abren brechas con vocación de abismo entre los dos sexos.

Eso es el centro: la ausencia de pensamiento propio y la sumisión a la izquierda. Si, como dice el presidente del PP andaluz en la entrevista, todavía creen en el sentido común, deberían perseverar en él para encontrar una forma de escapar de ese estado mental de sumisión al socialismo. Que es, en concreto, lo que han conseguido hacer los votantes de Vox y a los que, por eso, jamás podrán derogar.

La Gaceta

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Política,

Última Actualización: 13/06/2024

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