En el contexto actual, en el que la polarización política no hace sino constatar la quiebra del orden político y la convivencia en la sociedad española, más allá de las simplezas afirmadas en el Discurso de Navidad y en la Pascua Militar, el trabajo del Rey, que tiene que evaluar los riesgos a los que se ve sometida España por parte del Gobierno del PSOE presidido por Pedro Sánchez y apoyado por rufianes y exterroristas, cobra gran valor.
Así pues, desde los datos más graves que dan cuenta de una acreditación de riesgo evidente que pone en peligro la convivencia en España, que llega al punto de que el PP postule medidas de defensa del Estado.
Aprobación de una amnistía a los golpistas de Cataluña, procesados no ya por incendiar las calles y reventar la convivencia, sino por pertenecer a organización terrorista, que rompe las normas de convivencia más básicas y pone en entredicho la garantía del principio de solidaridad interterritorial.
Y la colonización de las instituciones por parte del Gobierno y de sus esbirros, toda esa tropa de maleantes con la que se ayuda. La actuación del Rey supondría una respuesta detrás de la cual estaría la mayoría de la sociedad española. Al tiempo que se constataría las funciones reales, prácticas y eficientes, que no imaginadas, de la institución, la Corona.
Porque, cuando las metas de una sociedad se alejan de ser posibles, una autoridad por encima de las partes debe ayudar y señalar el camino. Y tomar esa decisión es ejercer inevitablemente de jefe de Estado… Lo que no se haga en ese sentido en defensa de la Corona, es un discurso sin sentido. Una milonga.
Pablo Gasco de la Rocha (ÑTV España)