El verano debería ser eterno en España porque la gente se siente más relajada con una cerveza en la mano frente al mar y deja para septiembre tocarle sus partes a los que le caen de puta pena.
Esta tesis es la única acreditada de Pedro Sánchez – la otra no hay constancia que no la plagiara- y durante el mes de Agosto se ha bajado al moro para descansar de los molestos españoles fascistas mientras se hace ver en el templo de la democracia de Mohamed VI.
Ha dejado de guardia a un siervo fiel cuyo nombre circula como el nuevo presidente del congreso de los diputados para esta legislatura en la que habrá menos macarras alérgicos a la ducha y más sicarios decididos a darle la puntilla a la Constitución.
El país decente – no confundir con el periódico – ya tendrá tiempo de reflexionar sobre los matices constitucionales que los expertos se encargaran de flexibilizar para que encajen las exigencias de los únicos políticos que nunca mienten.
Los separatistas llevan en su ADN el arte de robar dinero público a espuertas y la desvergüenza de quedarse con los derechos políticos y cívicos de los ciudadanos que no les votan y han tenido la fortuna de coincidir tras estas lecciones con el rey del Mambo.
El próximo verano escribiré como están las cosas.
Diego Armario