Estamos a las puertas de una nueva cita electoral en este caso para elegir a las Corporaciones municipales y a los Parlamentos de la mayor parte de las Comunidades Autónomas. Toca, en consecuencia, ponerse las pilas y pensarlo muy bien antes de depositar el voto.

Es, por tanto, llegado el momento de plasmar, en una papeleta, no solo nuestras aspiraciones, sino también las justas quejas por el trabajo mal realizado a lo largo de los últimos cuatro años.

No hay que olvidar que tanto los gobiernos autonómicos como los municipales se nutren, mayoritariamente, de candidatos surgidos de los diferentes Partidos políticos, la mayoría gobernados desde Madrid, a los que les sirven de altavoz en cada una de las demarcaciones respectivas. Por tanto, no solo podemos votar en función de tal o cual candidato, sino también en función de la política que su Partido pretende implantar a nivel nacional.

La Coruña, no puede seguir cuatro años más con los socialistas y sus socios de la marea gobernando la ciudad. La experiencia ha sido desastrosa en todos los sentidos y no hay más que ver los penosos resultados producidos.

Primero, entre 2015 y 2019, aquel gobierno populista de la marea que se coló de rondón, engañando vilmente a los coruñeses de buena fe que creían que con ellos llegaría el cambio y la regeneración de la casta política. Sin embargo, lejos de eso, su presencia al frente del Ayuntamiento provocó que La Coruña se paralizase en todos los sentidos y que la ciudad viviese los años más oscuros y sectarios hasta entonces conocidos en nuestra historia reciente.

Las elecciones de 2019 comenzaron a ponerlos en su sitio pese a lo cual todavía conservaron una importante e injusta representación lo que provocó, con sus presiones, que el gobierno municipal socialista, nacido de aquellas elecciones y cuya titular había prometido, Bastón de mando en mano, ser “la alcaldesa de todos los coruñeses”, continuase con la política degradada y sectaria de sus antecesores y con ello, La Coruña continuó paralizada en todos los aspectos.

La política del gobierno municipal socialista es una proyección de la desastrosa seguida por el Gobierno de España, su peor enemigo, entregado a los populistas podemitas que están provocando el enfrentamiento de los hombres con las mujeres como si de enemigos irreconciliables se tratase; que los animales igualen, cuando no superen, los derechos de las personas; que el aborto se considere un derecho inalienable cuando, sin embargo, matar a una rata puede constituir un hecho delictivo; que tal o cual opción sexual pueda constituir un mérito a la hora de lograr un puesto de trabajo; etc.

Un Gobierno empeñado en que para nuestra Patria rijan, al pie de la letra, los postulados de la perniciosa “agenda 2030”, cuyo objetivo, amparado tras la falaz cortina de humo de un presunto cambio climático, no es otro que cambiar nuestros usos y costumbres para así poder ser manejados, desde las sombras, por la oligarquía golbalitaria.

La candidatura socialista al Ayuntamiento de La Coruña, que ha destrozado la ciudad con su epidemia de carriles-bici por los que no transita nadie, es sierva fiel de ese Gobierno que nos tuvo encerrados, de forma ilegal, durante meses. De ese que ha pactado con filoterroristas y con golpistas para mantenerse en el machito.

El mismo de los Eres andaluces; de la corruptela del caso “Tito Berni”; de los indultos a corruptos condenados y a golpistas; de los acercamientos de los asesinos de ETA a las cárceles de Vascongadas para beneficiarse de los permisos penitenciarios sin siquiera haber pedido perdón a las víctimas; de la rebaja del delito de malversación para evitar que sus amigotes y correligionarios ingresen en prisión; de la eliminación del delito de sedición.

El mismo que se arrastra ante el moro o, como sus socios, los estultos podemitas, les piden perdón por haber celebrado la Semana Santa en nuestra tierra. Ese gobierno que protege a los okupas, permitiéndoles que se adueñen de un piso, adquirido con gran esfuerzo por parte de su legítimo propietario, para que lo ocupe un vago que pasa de trabajar.

Un gobierno que le ha dado la espalda al campo, a la agricultura y a la ganadería. El mismo que está permitiendo que se desmantele nuestro tejido hidráulico y que propicia que el agua se vierta en el mar antes de distribuirla por las Regiones que más la necesitan.

Durante los últimos cuatro años, no se ha acometido obra alguna de importancia en La Coruña y las que estaban en proyecto o bien no se iniciaron o se les puso todo tipo de trabas por parte del Ayuntamiento para que no se hiciesen realidad.

Un ejemplo palmario lo tenemos en el nuevo Hospital para el que la alcaldesa y su troupe no puso el mínimo interés en su construcción, antes bien, todo lo contrario, y que, finalmente, se llevará a cabo merced a la decidida intervención de la Xunta de Galicia.

Las licencias se dan con cuentagotas de ahí que las grúas sigan desparecidas del paisaje urbano, en la misma medida que cada vez son menos las reformas que se acometen en bajos comerciales para la ubicación de nuevos negocios.

Tampoco La Coruña ha sido, al contrario de otros tiempos relativamente recientes, sede de importantes eventos ni de carácter cultural ni deportivo y a los pocos que ha habido, la alcaldesa, les dio vergonzosamente la espalda no estando, ni siquiera, presente en ellos como era su obligación ya que por ello cobra.

Se ha llevado por delante, siguiendo la estela de la marea, todas las tradiciones inveteradas de la ciudad que, para ella y su gente, carecen, a lo que se ve, del mínimo valor y, con ello, hemos perdido el estilo y la elegancia que siempre han caracterizado a La Coruña y a sus gentes.

Las fiestas, otrora populares con aquellas masivas batallas de flores y cabalgatas; con la salida de los Gigantes y Cabezudos; con la feria de las Casas Regionales; con el festival taurino; con las grandes pruebas deportivas; con representaciones teatrales, de zarzuela y de ópera de primer nivel, hoy no pasan de ser un conjunto de conciertos con figuras de segunda fila, muchas de ellas de la cuerda política de su partido, dirigidos todos a un mismo público ya que el resto no cuenta para nada.

Las grandes sesiones de fuegos artificiales, seguidas por miles de coruñeses, se han reducido hasta niveles testimoniales con el fin de no estresar a las gaviotas y otras aves, cómo si no tuviesen muchos días del año para no estar estresadas y nosotros no pudiésemos permitirnos la licencia de ser testigos de la quema de los castillos de fuegos artificiales cuando a nosotros nos dé la real gana.

Se han invertido ingentes cantidades de dinero para financiar una amplia red de carriles-bici por los que no transita nadie la mayoría de los días y, sin embargo, la red viaria sigue en un estado lamentable. Y poco importa que se financien con fondos europeos ya que, a buen seguro, habría otros fines en los que invertirlos que beneficiarían mucho más a la ciudadanía.

Un ejemplo lo tenemos en esa obra que se está acometiendo en el Paseo Marítimo, destrozado para el tráfico rodado, reconvertido en un velódromo por el que se podrá correr la Vuelta Ciclista España, mientras el firme de la calzada sigue hecho un desastre, se eliminan plazas de aparcamiento y las elegantes farolas que lo adornan están oxidadas y totalmente abandonadas.

Vayas por donde vayas de la ciudad, nadie habla bien ni de la alcaldesa ni de su troupe, nadie está contento con su gestión, ni en los barrios, ni los taxistas, ni los conductores en general, ni una gran parte de la población. Tiene enfrente a una buena parte del tejido socio-cultural de la ciudad a quien ha ninguneado de forma descarada, desatendiendo sus peticiones o respondiendo a ellas de forma chulesca, solo le hacen el rendibú los lacayos de siempre, vendidos por treinta miserables monedas.

Ha desairado, de forma miserable, a Instituciones que gozan de mucho prestigio entre los coruñeses, que han organizado actos en la ciudad a los que ella no ha asistido, escapándose, de forma vergonzosa, por la puerta de atrás.

Sería interminable relatar lo que no ha hecho esta señora y su gente, así que sirva lo dicho como botón de muestra.

Los coruñeses tendrían que haber perdido el sentido común para volver a votar a esta gente, una gente que en cuatro años no ha hecho nada por La Coruña, además de seguir convirtiéndola en una ciudad triste y mediocre, sin iniciativas, sin obras de importancia, sucia y abandonada. La Coruña y los coruñeses nos merecemos otra cosa. Es hora ya de que nuestra ciudad sea gobernada por coruñeses verdad.

Yo, desde luego, no la voy a votar.

Eugenio Fernández Barallobre (ÑTV España)

Categorizado en:

Política,

Última Actualización: 13/06/2024

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