Para ser malvado hay que ser inteligente, haber leído y escrito unos cuantos libros, tener la herencia ideológica y flexible de un padre director de periódicos, y haber gestionado el poder desde “EL País” , que ha sido el instrumento más poderoso de la democracia después del CNI hasta que se convirtió en un apéndice del aparato de propaganda del sanchismo.
La fuerza de la palabra escrita no está en el soporte digital o de papel en el que se publica sino en la habilidad y contundencia con la que se expresan las verdades del barquero, y hoy empiezan a estar en minoría y carentes de crédito los voceros gubernamentales que cada día son más numerosos, pero menos creíbles.
Álvaro Nieto, director de The objective acertó de pleno cuando sedujo a Juan Luis Cebrián, porque con él consiguió dos objetivos : reforzar el marchamo liberal del periódico y la complicidad de un peso pesado que ahora podía decir lo que antes no le permitían los hombres de Sánchez que controlan al diario gubernamental.
Cebrián ha titulado su artículo “Un mal día para la familia”, es decir, para “La cosa nostra”, y como no da puntada sin hilo, ha ridiculizado con la claridad de los malvados la indigencia intelectual y moral de “la banda de Sánchez, que en el fondo son la carcoma del que fue Partido Socialista Obrero Español.
Si al menos lo de Sánchez fuese un suicidio político inspirado en el romanticismo de un amor por una señora que está a su altura en todo menos en el dominio del inglés, tendría una justificación patológica, pero el mérito no hay que atribuírselo a él, sino a los indigentes que forman parte de su banda.
No sé cómo acabara esta historia pero intuyo cuáles serán los restos de un naufragio sin supervivientes.
Diego Armario