Le han dado suelta a la manada pero no de toros bravos como en los sanfermines, sino de chanchos que huelen a sangre. Son “sus muy mejores amigos” que ya no necesitan hacer política con bombas y pistolas.
Tampoco publican comunicados con el anagrama de la serpiente y el hacha, ni tienen que taparse el rostro para advertir que seguirán matando y secuestrando. Han descubierto que un político dispuesto a vender a su propia madre, si fuera necesario, es mucho más útil a su causa independentista que cien pistolas 9 x 19 milímetros parabellum .
El jefe de esa banda”, se sigue llamando Otegui, y ya no tiene que irse a la playa como el día que asesinaron a Miguel Ángel Blanco, a Fernando Buesa o a Joseba Pagaza, porque ha encontrado un socio en el gobierno de España que considera aquellas muertes fueron daños colaterales. La actual historia de España que están escribiendo entre ellos dos necesitaría a un Martin Scorsese, director de” Los asesinos de la luna”.
Mira que me dan asco los delincuentes de la política, y más aun los que en Euskadi y Cataluña se sacan la chorra para mearse en los derechos de los que no piensan como ellos en su propia tierra, pero al menos he de reconocerles que creen en algo y lo defienden, aunque sea por métodos mafiosos.
En cambio, el vómito es irrefrenable cada vez que escucho o veo a mi presidente del gobierno dispuesto a dejarse sodomizar por tipos con una barretina o una chapela, para poder continuar disfrutando de las mieles de la prevaricación.
El mundo está a punto de irse por el sumidero de la historia. Las grandes potencias están en pie de guerra. Las minorías no tiene espacio. El fanatismo religioso mata en nombre de Dios y a nuestra juventud le ha tocado vivir el momento más mediocre en el liderazgo político mundial de los últimos cien años.
No es un consuelo mirar a nuestro alrededor para poder concluir que en España tenemos lo que en estos momentos se estila en el concierto mundial pero , a falta de conocer en detalle los pecados y deficiencias morales de otros jefes de estado o de gobierno, el que nos ha tocado duerme perfectamente por las noches.
Fuera de la política existen reglas sometidas al escrutinio de la ley. Dentro de la política, cuando afectan a los políticos la laxitud alcanza límites de vómito. Ante este panorama el tipo que dice que “rectificar es de sabios” toca la lira e ignora que rectificar todos los días es de imbéciles.
Diego Armario