Cuando Pedro Sánchez planteó la moción de censura contra Mariano Rajoy a raíz de la sibilina sentencia del juez De Prada en el “Caso Gürtel” -desmontada con posterioridad por el Tribunal Supremo (TS)- para presuntamente acabar con la corrupción, no fueron pocas las personas de izquierdas que se dejaron seducir por el discurso del líder de los socialistas, a pesar de que su currículum académico y político no invitaba al optimismo.
Tan solo cinco años después los hechos han venido a demostrar que P. Sánchez no anhelaba acabar con la corrupción, sino que muy por el contrario lo que pretendía era robustecerla en beneficio propio, convirtiéndola de esta forma en uno de los pilares fundamentales de su acción de gobierno.
De hecho, bajo la presidencia de P. Sánchez los casos de corrupción se han multiplicado de forma ostensible, mientras el ataque a los jueces se ha vuelto práctica habitual del grupo parlamentario socialista, provocando todo ello un profundo envilecimiento de la política española y una cada vez más inquietante degradación democrática.
Así, actualmente nos encontramos en el entorno presidencial con casos de corrupción de no menor importancia, como son el “Caso Begoña Gómez”, el “Caso David Sánchez” y el “Caso Koldo/Ábalos”, que en su conjunto constituyen el telón de fondo de la trama delictiva que asola al PSOE, la cual, debido a su complejidad, presenta connotaciones de cine negro y cine de terror, conforme al más puro estilo tarantiniano.
Obviamente, resulta altamente improbable, por no decir imposible, que P. Sánchez no conociera de primera mano los turbios negocios en los que se hallaban inmersos su esposa, su hermano y su ministro de Transportes y mano derecha en el partido socialista.
Sin embargo, con el cinismo que le caracteriza, P. Sánchez no solo no ha tenido la decencia de asumir sus responsabilidades por el siniestro proceder de su entorno familiar y político, sino que para defenderse ha procedido a arremeter de forma artera contra Isabel Díaz Ayuso al hacerla protagonista de inexistentes delitos, en un indecente intento de desviar el foco de atención hacia la presidenta de la Comunidad de Madrid, convertida desde hace tiempo en su particular némesis.
En definitiva, P. Sánchez, haciendo gala de su proverbial falta de principios morales, además de convertir a su Gobierno en una deplorable y patética sucursal del independentismo, ha transformado a su partido en un nido de corrupción, donde los delincuentes campan a sus anchas. Sin embargo, como acertadamente ha señalado Borja García en una entrevista en “Periodista Digital”, cuando parece que no se puede caer más bajo ni traspasar más líneas rojas, el PSOE de la mano del psicópata monclovita siempre es capaz de superarse a sí mismo y avanzar en su irreversible descenso a los infiernos de la corrupción.
Así, en los últimos días se ha conocido que el TS ha procedido a la apertura de diligencias penales contra el Fiscal General del Estado (FGE), Álvaro García Ortiz, por revelación de secretos, debido las filtraciones realizadas por parte del Ministerio Público de datos privados de la pareja sentimental de Isabel D. Ayuso.
Este hecho -que fue calificado por el Colegio de la Abogacía de Madrid de extrema gravedad por afectar al derecho de defensa de un particular- forma parte de la permanente campaña difamatoria que, como hemos señalado, ha emprendido P. Sánchez contra la presidenta de los madrileños, con la malévola intención de socavar su honorabilidad para obtener con ello rédito político.
De hecho, el motivo que se esconde detrás de las filtraciones fue desvelado por el diario “El Mundo” al mostrar el whatsapp enviado por el FGE a la fiscal jefe de Madrid en el que se ponía de manifiesto que las filtraciones respondían a la obsesiva necesidad que P. Sánchez tiene de ganar a Isabel D. Ayuso la “batalla del relato” de cara a la opinión pública.
Con ello venía a demostrarse que el FGE, en lugar de actuar al servicio de la justicia combatiendo la criminalidad, a lo que realmente se dedica es a complacer de manera humillantemente servil a aquel que le puso en el cargo, confirmándose de esta forma el acierto del Consejo General del Poder Judicial al rechazar su nombramiento por falta de idoneidad.
Haciendo caso omiso de todo ello Álvaro Gª Ortiz, como cabría esperar de un personaje inmoral y mediocre, ha comunicado a los medios su intención de mantenerse en el cargo a pesar de no conseguir el apoyo mayoritario de los fiscales de Sala y a pesar de contar con una petición de dimisión por parte del Consejo Fiscal por considerar que la actuación del FGE está provocando el desprestigio absoluto del Ministerio Público como consecuencia de su presunto protagonismo en actividades delictivas.
Ante esta situación P. Sánchez, definitivamente incapacitado para distinguir el bien del mal, en lugar de cesar a Álvaro Gª Ortiz lo que ha hecho es salir en su defensa, señalando que “lo que ha hecho es su trabajo”, y en este caso es necesario reconocer que P. Sánchez, en un alarde de sinceridad impropio de él, ha dicho la verdad, ya que tan patético personaje fue designado FGE para que salvaguardara a toda costa los intereses del Gobierno socialcomunista por muy espurios que estos fueran.
Como no podía ser de otra forma, los mamporreros habituales de P. Sánchez han salido como comadrejas de sus madrigueras para defender lo indefendible, es decir, para apoyar, de manera tan ruin como populista, la delictuosa actuación del FGE, demostrando con ello que el partido socialista ha perdido definitivamente el rumbo, convirtiéndose en la “cueva de Alí Babá y los 40 ladrones”.
Para culminar esta crónica negra del socialismo español nos encontramos con que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) no ha admitido a trámite la querella interpuesta por la Abogacía del Estado a instancias de P. Sánchez contra el juez Juan Carlos Peinado, por considerar que la citación presencial del presidente del Gobierno en el curso de las pesquisas judiciales llevadas a cabo en relación a las actuaciones presuntamente delictivas de su esposa no constituía, ni tan siquiera indiciariamente, un delito de prevaricación por ajustarse plenamente a la normativa vigente.
De hecho, dando un paso más, uno de los magistrados del TSJM que firmaron la resolución ha añadido una nota particular en la que señala que P. Sánchez ha incurrido en “mala fe procesal” al presentar una querella absolutamente infundada.
En esta misma línea argumental han sido numerosos los abogados el Estado que han manifestado su indignación al entender que la Abogacía del Estado ha dejado de ser un “servicio jurídico del Estado” para pasar a ser un “órgano al servicio del Gobierno de P. Sánchez”, dejando de esta forma el prestigio de la institución por los suelos.
En conclusión, desde su llegada al Gobierno de España el psicópata monclovita no solo ha colonizado y prostituido las instituciones del Estado, sino que también ha desnaturalizado al partido socialista, de tal forma que en lugar de ser una organización política al servicio de la ciudadanía parece más bien una banda de forajidos liderada por un individuo cuya forma de proceder nos recuerda cada vez más a ese célebre bandido llamado Jesse James.
Por esta razón nos parece absolutamente acertada la decisión de Isabel D. Ayuso de no acudir al Palacio de la Moncloa para reunirse con P. Sánchez, no vaya a ser que el sátrapa socialista pierda los estribos y saque a relucir sus instintos más básicos en presencia de tan formidable dama, ya que de este lamentable personaje se puede esperar cualquier cosa excepto algo bueno.
Rafael García Alonso (ÑTV España)