Dolos, en la mitología griega era la personificación del engaño, del fraude, los ardides y las malas artes. Según Cicerón era hijo de Érebo, encarnación de la oscuridad y la sombra, y de la Noche, diosa primordial que residía en las tinieblas más profundas del inframundo; fue uno de los espíritus que escaparon de la caja de Pandora para habitar después entre los hombres acompañado siempre de los pseudologos, representaciones de las mentiras y las falsedades.
Después del paso de los siglos, aquí, en España, patria de la mayoría, y para otros, estorbo molesto que impide el paso franco a sus traidoras pretensiones de desmembramiento territorial y de disolución de la soberanía nacional, vemos, no sin asombro e indignación, la reencarnación de Dolos en Sánchez, hijo del globalismo ideológico socio-comunista que pretende acabar con el Estado-nación para sustituirlo por el gran Estado-mundial o del globalismo verde financiado por las grandes empresas de la energía, la tecnología, el petróleo y la banca; resulta paradójico que las izquierdas radicales no hace mucho rechazaban los poderes globalistas y ahora los aplauden bajo la batuta de la utópica y engañosa Agenda 2030.
No olvidemos a su “progenitora gestante”, la Noche, que tiene su morada en el Hades, lugar de los muertos, frio, lóbrego y temible; escenario dictatorial, totalitario, invisible, donde no se respeta el alma de los vivos, donde se humilla la memoria de los muertos, lugar de padecimiento, terror y privaciones. La mentira, la propaganda, el latrocinio y el terror vienen representados en gules en los cuarteles de su escudo.
Esta imagen distorsionada y falsa de gobernante, también se hace acompañar por sus inevitables pseudologos,— previamente han tenido que superar un curso avanzado de adiestramiento en la mentira, en la falsedad y en los preceptos y dogmas de la ideología socio-comunista, así como haber obtenido una buena calificación en la comprensión y asimilación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS),—que están destinados a conformar un “comité de autodefensa personal y de protección de sus intereses personales y de partido”, lo que en una democracia de corte liberal viene llamándose consejo de ministros.
Los pseudologos (las mentiras) portan su cartera ministerial, en ellas encierran los trucos, artimañas, perjurios, engaños, artificios y embaucamientos, que sin duda les serán necesarios para no afrentar o minusvalorar bajo ninguna circunstancia a su protector y mecenas.
El comité referido tiene tal maña para la mentira y su reiteración que provoca en los cándidos, ilusos e ignorantes gobernados el “efecto de ilusión de verdad”, a fuerza de repetir el mensaje hasta la extenuación, se vuelve más familiar, y lo que es familiar es cierto, de ahí la ilusión de la verdad.
La mentira, dicen que pone en peligro la democracia, lo que es indudable, es que el verdadero y cierto peligro está en estos desgobiernos que se asemejan a las secciones comunistas de “agitación y propaganda”.
Investigaciones psicológicas concluyen en que hay diversas clases de mentiras: La mentira de sí mismo, la piadosa, la de prestigio, por miedo, la fantástica, la patológica y la mentira inescrupulosa para engañar, perjudicar o desinformar a otros, esta última es la que se promociona en el ámbito gubernamental, en los dominios totalitarios del socio-comunismo español.
Como idea general en la actualidad se presume que la mentira está íntimamente unida a la política; las teorías sobre la mentira son diversas y contradictorias a lo largo de los tiempos; Platón la justificaba como medida para proteger a la República; San Agustín no aceptaba la mentira ni excepción alguna; Kant declaró que siempre perjudicaría a alguien; Nietzsche la consideró como un negocio cotidiano; Maquiavelo consideraba la mentira política como aceptable para garantizar la permanencia en el poder del gobernante, entendía al ser humano como una criatura débil y malévola, por eso recomendaba el fingimiento, la mentira y las falsas promesas como un instrumento político.
Llegados a este extremo se empieza a vislumbrar la cercanía de Dolos y a percibir el tufo nocivo de las malas artes en la política.
La escritora y teórica política alemana, Arendt, manifestaba que la verdad es apolítica, ya sea en forma de hechos históricos, verdad fáctica que es inamovible y que a pesar de todo intento de ocultarla no puede ser eliminada, o ya sea producto de una convicción, como verdad de razón. La verdad de razón si no acepta la pluralidad humana, se vuelve tiránica y antipolítica en el espacio público. Los contrarios de la verdad de razón son el error, la ilusión y la mera opinión; el contrario de la verdad factual es la mentira.
Porco Governo, instalado en la mentira, en el revisionismo histórico, sectario y excluyente que reescribe la historia a su antojo, que destruye la realidad con la ayuda de la mentira, que se apoya en la posverdad, según la denomina el politólogo Keane: “ violación evidente del respeto de la verdad” y que consiste “en mentiras, tonterías, bufonerías, manipulaciones psicológicas y exageraciones interminables”
Y añade, mentira es contraponer otra verdad a la verdad fáctica, mediante “hechos alternativos” que no solo convierten las verdades fácticas en opiniones sino opiniones en hechos.
El actual desgobierno que actúa a espaldas de la mayoría de los ciudadanos se compadece con estas normas de actuación disgregadoras y perversas, de forma y manera que los partidos que lo sustentan no admiten otra etiqueta que la de “populistas” totalitarios
Parece llegado el momento de que se pueda decir con propiedad la frase italiana ¿Piove?, ¡Porco Governo!, tanto si llueve como si no llueve. Sin duda este conciliábulo gubernamental es la maldición de España.
Antonio Cebollero Mazo (ÑTV España)