Basta revisar de la historia del PSOE para constatar su idilio con la mentira. Hasta tal punto que el PSOE y mentira son sinónimos intercambiables. Bien es cierto que el PSOE es también sinónimo de crimen, y, lógicamente, quien puede lo más puede lo menos. Así lo confirma su implicación en multitud de asesinatos y tentativas homicidas desde su misma fundación.
Recordemos las amenazas de Pablo Iglesias a Antonio Maura poco antes del atentado que casi le cuesta la vida; la participación del Partido en el asesinato de Calvo Sotelo; los reiterados llamamientos a la guerra civil por parte de Largo Caballero; la colaboración de Rubalcaba con la banda terrorista ETA; la complicidad de Zapatero con ETA y con Maduro… hasta los crímenes de Sánchez: primero, permitiendo la expansión del COVID19 al negarse a cerrar las fronteras y, en segundo lugar, conduciéndose de forma absolutamente irresponsable ante la riada de Valencia para desgastar a un presidente regional de otro partido.
A propósito, precisamente, de este último episodio, el todavía presidente Sánchez no tuvo empacho en utilizar políticamente las inundaciones en Valencia en la reciente Cumbre del Clima COP291. Exhibiendo el rosco-pin de la Agenda 2030 en la solapa y sirviéndose de la fórmula totalitaria habitual de políticos y periodistas globalistas, el líder del PSOE daba por cierta la monserga del cambio climático antropogénico, atribuyendo a esta causa, sin ninguna prueba y con total desvergüenza, la tragedia de Valencia del 29 de octubre: “He venido aquí para hablar de una terrible verdad que la Ciencia lleva demasiado tiempo señalando y que aun así hay algunos que siguen despreciando, y es que el cambio climático mata. Sólo el año pasado mató a más de 300.000 personas.
Y acaba de contribuir a la muerte de más de doscientos de mis compatriotas”. Permitiéndose endosar al “cambio climático” las víctimas de todas las catástrofes naturales y, de paso, también los muertos en la riada de Valencia. Exactamente igual que la presidente de la Comisión Europea, la “popular” Ursula von der Leyen: “En pocos meses, las inundaciones han azotado Europa central y oriental, Italia y ahora España. Esta es la dramática realidad del cambio climático”.
Es decir, siguiendo la práctica habitual de las elites globalistas en los últimos años: cargando sobre nuestras espaldas el origen y los efectos de las tormentas, los volcanes, la sequía, las inundaciones y lo que toque. Porque, “en realidad”, las víctimas de la gran riada de Valencia no lo fueron por la inoperancia encadenada de los organismos estatales y autonómicos de un Estado fallido, sino que murieron por su propia culpa.
¡Qué narices!–, ya que, en definitiva, el “cambio climático” es responsabilidad de todos los ciudadanos, menos, naturalmente, de aquéllos que viven al margen de la ley. Esos que, por ejemplo, viajan en Falcon por cualquier motivo y no dan explicaciones del queroseno que queman amparándose en un uso fraudulento del “secreto de Estado”.
Un personaje miserable que representa toda una casta que se parapeta en “la Ciencia” para saquearnos; creando un ejército de impostores “científicos” que no son sino mercenarios, hechiceros de la nueva religión climática. Como Ursula K. Heise, catedrática de Estudios Literarios de la UCLA (Universidad de California en Los Ángeles); la cual tampoco dudaba en apropiarse de la gota fría en Valencia y Castilla la Mancha para la causa: “Los desastres naturales pueden cambiar percepciones públicas y debates sobre el cambio climático”.
Centrándose, acto seguido, en la importancia de una presión propagandística continuada: “Pero también se nota que este efecto disminuye con el paso del tiempo si no se hacen esfuerzos para conmemorar la tragedia. Si los medios de comunicación y las autoridades no siguen destacando la crisis general del calentamiento global, el público tiende a olvidar las causas del desastre concreto y las medidas que se pueden tomar para evitar eventos similares en el futuro”
Así que ya sabemos la receta para sostener una verdad dudosa o una enorme mentira siguiendo los sabios consejos de doña Úrsula: mentir más aún; doble y triple ración de trolas en el desayuno, la comida y la cena; mentir sin parar y a todo trapo; mentiras constantes e ilimitadas… Con la colaboración, por supuesto, de los medios, de las administraciones públicas, del cine, la escuela, los libros de texto y las instituciones académicas. Que esto es el globalismo: pensamiento único universal.
Fiípides (ÑTV España)