Los niños españoles cada año son más tontos y, desde hace un tiempo, tienen la posibilidad de serlo en varios idiomas. Generalmente son tontos en inglés, aunque existe la variable de ser tonto en francés; más extraño es encontrar a un niño o a un joven tonto en alemán, aunque también los hay.
Tontos en euskera y en catalán son compatibles con cualquiera de las anteriores posibilidades. Esto es lo que ha conseguido el sistema educativo español de un tiempo a esta parte: que los niños no aprendan nada, y que esa nada no sea en castellano.
Cuando uno abre los libros escolares, observa cómo dan asignaturas clave en las que deben aprenderse conceptos y las dilapidan dándolas en otros idiomas. Y es importante recalcar lo de “darlas” y no “enseñarlas”, porque los niños no aprenden nada. Simplemente vomitan el día del examen una serie de palabros que olvidan antes de la hora del recreo y el profesor califica la capacidad de memorizar del alumno. Y a la hora de la verdad, no han aprendido nada.
El trato con algunos pequeñuelos últimamente me ha llevado a ver cómo las Ciencias Naturales se han sustituido por las “Sciences”. Y allí, como es lógico, tardan horas y horas para prepararse un examen del que olvidarán su contenido de forma inmediata.
¿Cómo será eso aprenderse el esqueleto interno y el externo, los vertebrados e invertebrados o los animales que respiran por pulmones y branquias en inglés? Supongo que tal como uno se lo imagina. Por no hablar de intentar aprender así matemáticas. Y quien dice en inglés, dice en francés, en alemán o en mandarín.
Vamos, que a la hora de la verdad no aprenden nada. Solo vomitan unas letras que memorizan como chinos y listos para el examen. Eso no es aprender. Otra cuestión de calado es la importancia desorbitada a una segunda lengua cuando los chicos ni siquiera dominan la primera.
No es raro encontrarse, además de las “Sciencies” o “Maths”, cuatro o cinco horas semanales de específica asignatura “Inglés”, como si el resto no lo fuesen. Horas y horas que se podrían haber empleado en enseñar y en aprender en condiciones.
A eso hay que sumar el ridículo de estudiar en euskera o en catalán, dejando la lengua española en un ligero reducto y cerrándose la puerta a dominar la lengua de su país. Recordemos que incluso los analfabetos lograban defenderse sin ningún problema, al menos de forma verbal, en su propio idioma. Pero ellos solo dominan una forma de comunicación de muy escaso recorrido que jamás les va a permitir desarrollarse en España.
Los niños, al fin y al cabo, no sabrán inglés ni distinguirán a los ovíparos de los vivíparos. Tampoco aprenderán la propiedad distributiva. Y, a la hora de la verdad, habrá sido una pérdida de tiempo porque tampoco saben usar esa segunda lengua que ponen, incluso, por encima de la primera.
No sabrán historia, habrá desaparecido por completo la filosofía y estarán pervertidos por las abominables charlas de sexualidad. Serán tontos, pero para tranquilidad de otros tontos, lo serán en inglés.
Luis María Palomar (ÑTV España)