Henry Kissinger dijo que Anastasio Somoza era un hijo de puta… pero era el hijo de puta de los Estados Unidos, y ahora ha llegado el momento de preguntarse quién es el nuestro, aunque en estos momentos no creo que existan muchas dudas. Tengo un gran respeto a las señoras trabajadoras del sexo, pero confieso me caen muy mal sus hijos políticos.
Pedro Sánchez nunca ha tenido un problema de conciencia y menos aún con sus colegas de la mafia política, porque al mimetizarse con ellos ha empezado a oler a chancho, camina como los chanchos y gruñe como los cerdos de granja.
Hoy no me sobra ninguna metáfora porque el tipejo del que escribo se está comportando co n los tics del dictador que desenterró y lo añora, porque Franco podía fusilar y él no. Pedro Sánchez se mantiene en el poder conculcando las leyes y la Constitución, con el apoyo de la gente de su banda, separatistas y un sector de la sociedad que quiere un país sin separación de poderes.
Lo que estoy escribiendo suena a palabras mayores, pero no hay que tenerle miedo a la verdad cuando los que están enfrente forman parte de una organización para delinquir desde la propia presidencia del gobierno.
No tengo nada que reprochar a los independentistas catalanes o vascos. Tampoco les tengo ninguna simpatía. Son la insolidaridad teñida de xenofobia, la ultraderecha con la que se morrea Sánchez, los catetos acomplejados que cobran, pero nunca pagan y no les deseo ningún éxito, pero al que señalo es al caganet Sánchez,el verdadero delincuente de esta operación.
En este momento de confusión, no se ha dado cuenta que la sociedad española decente, demócrata y dispuesta a defender la libertad y la unidad de nuestro país no es un rebaño de borregos como los que le arropan en sus delitos con obediencia ciega.
Me está dando por soñar y si tuviera que pedir un deseo no me importaría que “el cagón de Waterloo«, que huyó en el maletero de un coche, apriete un poco más la tuerca y le exija al otro delincuente que le haga una felación en la plaza del Parlamento de Bruselas. Apuesto doble contra sencillo a que acepta.
Diego Armario