Estamos en vísperas de una nueva cita electoral, tal vez la más importante de los últimos años ya que en ella nos jugamos no solo el próximo cuatrienio, sino también el futuro de España como Nación.
Llevamos unos años sumidos en el caos más absoluto, por una parte, ese gobierno de opereta mala formado por socialistas, comunistas y populistas y apoyado por la totalidad de los enemigos viscerales de España que solo ansían su destrucción para convertir nuestro suelo en un mosaico de repúblicas bananeras al más rancio estilo bolchevique-bolivariano, y de otra, por la pérdida de valores morales y de una parte de nuestros derechos y libertades consecuencia del sectarismo ideologico.
Durante este tiempo, amén del encierro ilegal al que nos han sometido con ocasión de la dichosa “plandemia”, se han ido sucediendo normas legales a cada cual más sectaria y excluyente, bien por medio de leyes, bien por decretazos que han ido logrando alcanzar los objetivos previstos por esta lacra que no son otros que los de destruir de España.
Se han dilapidado los recursos económicos a base de formar un gobierno mastodóntico, con miles de asesores; de financiar chiringuitos de amigotes, cuando no fiestas y jaranas de todo tipo; campañas absurdas todas de claro matiz ideológico. La última es la promesa de la nieta de Dña. Rogelia de donar a cada joven la cantidad de 20.000 e.
Habría que preguntarle si ese dinero es suyo o de todos los españoles ya que no es verdad aquello que decía otra iluminada “qué el dinero público no es de nadie”, claro que es de alguien: de todos los españoles que contribuimos con nuestros gravosos impuestos.
Estamos en manos de golpistas, filoterroristas e independentistas al ser ellos los que, con sus votos, han mantenido a este gobierno y han contribuido a aprobar sus leyes, esas que enfrentan a hombres con mujeres; las de la cultura de la muerte -aborto y eutanasia-; las que colocan a los animales por encima del nivel de los humanos; etc.
Somos el hazmerreír del mundo. El moro marroquí se ríe impunemente de nosotros y hasta se permite el lujo de colocar, de forma intencionada, nuestra Bandera boca abajo en señal clara de rendición a sus bastardos intereses.
Los ingleses -tenía razón el insigne D. Blas de Lezo cuando decía aquello de que todo buen español, cada vez que mea debe hacerlo mirando a Inglaterra-, se pasan por el arco de triunfo tratados y acuerdos y amplían el territorio de la vergonzosa colonia gibraltareña a costa de nuestras aguas jurisdiccionales y aquí nadie protesta, nadie dice nada, una clara señal de que en Europa, ni pinchamos ni cortamos a la hora de tomar decisiones.
Los poderes públicos están sometidos a ese contubernio antiespañol al que dan vida e impulso los que nos gobiernan y sus socios, ante el silencio general de la mayoría de los españoles que parece no querer despertar de esa ensoñación en la que llevan años viviendo.
Se adoptan medidas económicas con la única finalidad de granjearse un puñado de votos, sin importar de dónde va a salir ese dinero y que sacrificios nos va a exigir. Muchos españoles que han trabajado durante años perciben menos ayudas que los extranjeros que vienen aquí con la única finalidad de vivir sin trabajar a cuenta de los demás.
Los socialistas cuyos gobiernos han ido, a lo largo de la historia, arruinando España a cuenta de las subvenciones, solo tienen ese por objetivo, es suficiente con ver la oferta de empleo público para hinchar más la Administración, aunque luego, nos veamos obligados a pedir cita previa o aguardar interminables colas ya que una parte del funcionariado sigue trabajando desde casa.
Por todo ello, en estas elecciones nos jugamos el futuro, pero también nuestra forma de vida, nuestras costumbres y tradiciones más inveteradas, esas que la perniciosa, y tan aplaudida por muchos de los políticos, agenda 2030, la de los indeseables Gates y Soros, quiere llevarse por delante.
En consecuencia, debemos reflexionar profundamente sobre a quién vamos a entregar nuestra confianza en forma de voto. Aquí ya no sirven medias tintas, ni ponerse de perfil, España precisa de gente resolutiva, políticos capaces de salvar la situación dando, si hace falta, la espalda a Europa o, al menos, plantándole cara como hacen otros; poniendo orden en nuestra Patria para evitar que, un día, se reproduzcan los penosos hechos acaecidos en alguno de nuestros países vecinos.
Hay que eliminar de un plumazo todas esas perniciosas leyes que nos han vuelto a enfrentar a unos contra otros. Es necesario explotar nuestra riqueza y hacerlo sin complejos. Volver la mirada a nuestros recursos naturales, a nuestra industria, nuestra pesca, nuestra agricultura y ganadería, le guste o no a Europa.
Es imprescindible recuperar nuestra fe en nosotros mismos y plantarle cara, de una vez por todas, a esos que pretenden nuestra destrucción y nuestra ruina moral.
Por tanto, como grita España entera, ¡qué os vote Txapote!
Eugenio Fernández Barallobre (ÑTV España)