Hay quienes dudan de que pueda llegar el momento de que España vuelva a ser «Una, Grande y Libre».
Es licito aspirar a ver regresar al «tronco patrio» a quienes jolgóricamente se aventuraron oyendo los cánticos de sirenos de unos cuantos sinvergüenzas traidores a España, a la diáspora autonómica. Ese si es un deseo al que se puede aspirar ver realizado mas pronto que tarde, poniéndose ante los resultados catastróficos que el invento ha repartido entre las diecisiete aprendices de taifa con las que han descuartizado a España.
También se debe aspirar ¿por qué no? a ver, contribuyendo a ello, recuperada nuestra industria, nuestro comercio exterior e interior, explotando nuestras posibilidades energéticas y como resultado, poderse alegrar sabiendo que así, de esa manera, es como se reducen los muy lamentables números del desempleo y se reduce nuestra vergonzante deuda exterior.
Y, no es cuestión «aspirable» sino un derecho exigible de inmediato cumplimiento -si los españoles, hartos ya, pusiéramos en movimiento nuestros descansaditos güevos-, el querer recuperar el exagerado tanto por ciento de libertad que en los últimos casi cincuenta años, los distintos gobiernos habidos, nos han ido retirando, hasta dejarnos en la indigencia total del propio albedrío.
Aquella «Una, Grande y Libre» es irrepetible, como irrepetible es el Descubrimiento de América o, como es igualmente irrepetible la perdida de la virginidad de la Luna violentada por el pie de Neil Alden Armstrong. Eso no resta posibilidades a España para que vuelva a ser esa madre cariñosa y generosa para los españoles…
¡Si es que echamos de una puta vez a Sánchez y su banda!.
Eloy R. Mirallo (ÑTV España)