La presidenta del Congreso, Francina Armengol, continúa frenando inexplicablemente la actividad parlamentaria pese a que existe un mandato del Tribunal Constitucional para el normal funcionamiento de los plenos de control al Gobierno, aunque éste se halle en funciones.
La reunión de la Mesa sólo sirvió ayer para evidenciar que Moncloa tiene un interés claro para este ‘cerrojazo’, que representa una anomalía democrática porque la sede de la soberanía nacional se encuentra paralizada.
La Junta de Portavoces no se convoca desde el 19 de septiembre, no existe la fiscalización de la acción de gobierno, y no se han constituido más que dos comisiones de carácter gubernativo y sin relevancia legislativa.
Además, Armengol mantiene en un limbo la petición de la oposición de que comparezcan Marlaska, Albares o Yolanda Díaz, y una declaración institucional sobre los ataques de Hamás.
A Sánchez puede interesarle tácticamente esta parálisis, pero no debe olvidar que no es el dueño de la Cámara Baja.
ABC