Lejos de ser un referente válido para cualquier mujer con un mínimo de honra y dignidad, Irene Montero es el paradigma de la inutilidad y del parasitismo, a quien se le conocen las sucias artes para ascender en el escalafón social-que se lo pregunten a sus competidoras-sin importar cuánto de sinvergüenza se ejerza en busca del acomodo y la vida fácil.

No obstante su actitud y profesión son reconocidas como los más antiguas desde que el mundo es mundo, aunque se disfrace de política y demás mandangas que se usan como instrumentos para disimular una falta de decencia sintomática y que crea escuela, según se observa en la pandilla feministoide- que no feminista surgida al amparo de las veleidades y demencias de la denominada burlescamente marquesa de Galapagar.

Lejos queda Vallecas y aquellas idas y venidas esforzadas, creándose un currículum verbenero que la llevó en volandas, y hasta arrodillada, a dirigir un inútil Ministerio de Igualdad que sigue causando destrozos en la calidad de vida de la Mujer, atacando además de modo arbitrario y canallesco a los hombres.

El presupuesto en aumento para la supuesta defensa de la mujer ha sido proporcional al índice de inseguridad, como destrozo de un ministerio cuyo sectarismo sólo ha mejorado la vida de miles de carroñeros con sueldos y pagas a base de una ingente y prevaricadora partida sectaria.

Con estos antecedentes de vergüenza ajena en la cajera que se encaramó como un simio a un ministerio, era de esperar que España perdiera puestos en cuanto a la seguridad para la Mujer, pasando del quinto puesto en el 2017 al vigésimo séptimo en en el 2023. En el 2022 había retrocedido 14.

Todo un récord del otro parásito Pedro Sánchez que a base de trampas y juego sucio aspira a gobernar otra legislatura siendo con mucho el político más aborrecido y al que se le sospechan múltiples criminalidades, dispuesto a dar continuidad a las políticas mal llamadas feministas y garantizar la sopa boba de los chiringuitos sectarios que comanda, la que llaman algunos, terrorista Montero.

Será porque ejerce como terrorista quien con estulta y criminal soberbia, desencadenó una tragedia épica por llevar a cabo una manifestación de bajos cerebelos un 8M; y es terrorismo gubernamental cuando el Instituto de Georgetown para la Mujer, la Paz y la Seguridad que desarrolla un ranking acerca de los mejores países para nacer mujer, ha rebajado 22 puestos a España cuando en el 2017 mantenía un honroso y eficaz quinto puesto entre 170 países a los que se han añadido siete más en el baremo del 2023.

Comparado con 26 países desarrollados, España se ha hundido en la abisal estupidez de una ida de Galapagar y su sufragada pandilla basura a costa de la seguridad de la Mujer que está siendo denigrada; encima  con mayores presupuestos destinados a destrozar el bienestar de lo femenino en un país secuestrado por el social comunismo que trajo ilegítimamente el miserable de La Moncloa.

La percepción de la seguridad de la mujer está basada en un índice que captura el porcentaje de mujeres de 15 o más años que informan que «se sienten inseguras caminando solas de noche en la ciudad o zona donde viven». Toda una paradoja que quien regresaba todas las noches borracha y sola soñando con un ministerio, sea la que haya convertido en un infierno la expectativa de que una joven o mujer regrese a casa, aunque sea sobria,  sin riesgo de ser atacada.

Con todo el detritus político que se está negociando para la investidura de Sánchez, al menos esta puntual información debería acabar con la carrera del mayor parásito del reino contra la mujer que es Irene Montero. El desperdicio cuando se mantiene dentro, apesta,  y la cajera-marquesa hiede a cadáver político. Por el bien de las mujeres de España y de España misma, urge enterrarlo.

De no ser así, tendremos idea de por qué las maletas del Delcygate colaron al comunismo en el gobierno de España y no dimiten, es un decir, ni a tiros.

Ignacio Fernández Candela (ÑTV España)

Categorizado en:

Política,

Última Actualización: 13/06/2024

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