Eres joven y Campeona del Mundo, Jenni Hermoso. Son dos factores determinantes para que la experiencia de la vida en continuo aprendizaje muestre una de esas lecciones que parece estar escrita en el destino de las personas.
Te diré lo que veo: ser joven te ha convertido en foco de especulaciones e insidias por parte de quienes están acostumbrados a manipular las emociones de la sociedad, con una liviandad moral rayana en lo criminal, si no inmersa e impune.
Y te han elegido a ti como instrumento de sus protagonismos para que les hagas el juego sucio, en el escenario de la sociedad, mientras se esconden entre las bambalinas del oscurantismo dejándote a ti como protagonista de tu propio drama.
Ser Campeona del Mundo es otra de las características que han usado como impulso para revertir los efectos de la alegría y transformarlos en causa de escándalos. Y ahora, después de haber sido aconsejada por el Diablo con apariencia de consejo terreno, cuando ves que tu decisión de motivar un ataque desmesurado contra una familia por algo que reconociste no ser trascendente para tus sentimientos personales, es todo tan mayúsculo y absurdo que te sientes atrapada en una trampa que ni siquiera pudiste ver llegar a tu vida, pasando de la euforia del triunfo a la inquietud de la incertidumbre.
Porque la decisión que has tomado implica la salud social de España, la de la madre de Luis Rubiales, su familia impactada y el desarrollo incipiente de una vorágine judicial que acabará por dar dentelladas, gracias a esos que te han usado desde el poder que no merecen y al que treparon con méritos inconfesables cuando de los tuyos puedes enorgullecerte con la cabeza bien alta.
¿Te das cuenta de lo que significa tildar de agresión lo tuyo respecto a mujeres ultrajadas, violentadas, asesinadas? Luis Rubiales no es personaje grato en muchos aspectos, pero no merece por ello este linchamiento arbitrario y desmesurado. Tampoco tú.
Cuando las circunstancias son tan complejas y los agobios tan desesperantes, lo mejor es sumirse en la reflexión y desde la calma examinar el origen del problema, la raíz envenenada que arraigó involuntariamente en ti de modo artificioso cuando un conjunto de arpías ¿te convenció de haber sufrido una agresión sexual?
La misma ponzoña a la que les importa poco el sufrimiento de la mujer si no les reporta el beneficio de alimentar sus intereses y egoísmos. De la reflexión podrás sonsacar ese plano de situación que te permita ver desde fuera lo que de otro modo es imposible, zarandeada por este brutal torbellino que han creado a la medida de tu circunstancia. En realidad tú te has convertido en la circunstancia conveniente de los que os han usado, junto a tus amigas de la victoria mundial, para empañar vuestros propios honores, rebozando vuestra dignidad en el sectarismo más carroñero.
Y todo para que regresen sonrientes unas trastornadas, mediocres e insanas, después de la frustración personal que las alejó de las cámaras y de los ciudadanos. Un afán de protagonismo enfermo que pudiste ver cuando ayer se reunió exultante la manada carroñera que te ha buscado un problema con efecto dominó, porque eres responsable de la alteración de muchas vidas y de la tuya misma junto a la de tus seres queridos.
Reflexiona y cuando no creas hallar la salida del laberinto, haz caso a la honestidad que te dicte el corazón. Porque cuando las mentiras se alargan y se toma el camino equivocado llega un momento en que el horizonte se enturbia y el suelo se convierte en un lodazal de paso impracticable.
Un beso no es motivo de agresión sexual ni de juicio sumario cuando te provoca la sonrisa y se corea de broma estando presentes los protagonistas. Una cuestión es contradecirse de palabra y otra distinta de actitudes tan extremas: la intrascendencia por algo que no nos daña, frente a la maliciosa importancia artificial de lo que puede suponer graves perjuicios en la falacia.
Hasta te piden cárcel, a ti, a toda una gran Campeona del Mundo, a alguien mucho más sencilla y honorable que todo este dédalo de despropósitos que amenaza agravarse. El destino, a veces, lo elegimos. No dejes que otros miserables lo impongan por ti.
Hazte un favor a ti misma: reflexiona, sincérate contigo y luego obra en consecuencia. Si tu decisión te honra podrás ver los beneficios, de lo contrario debes estar dispuesta a afrontar la consecuencias de una decisión que es solo tuya. Te deseo la mejor de las suertes seleccionadas, sólo tú sabes la verdad.
Ignacio Fernández andela (ÑTV España)