El argumentario socialista es claro: el modelo es Alemania, el cordón sanitario -antidemocrático- con la ultraderecha. Y Sánchez se regodea: “cada vez que Abascal se hace una foto en el extranjero, quien sale retratado es Ud. Sr. Feijóo”. Más: “¿se imaginan Uds. un gobierno de coalición con Abascal de vicepresidente?” Y concluye: rompa con la ultraderecha como hace la derecha alemana en los gobiernos autonómicos y locales donde mantiene alianzas.

Feijóo trata de encajar el golpe atrapado en sus complejos. Pero en realidad la pregunta es la inversa: ¿por qué Sánchez no se ofreció al ganador Feijóo para hacer juntos una gran coalición y prefirió hacer un pacto de perdedores?, ¿por qué el PP debe de romper con Vox y Sánchez puede coaligarse con los comunistas radicales?, ¿por qué hay que hacer cordones sanitarios con Vox y no con los proetarras de Bildu y los secesionistas prófugos de la Justicia de Junts?

La doble vara de medir ya resulta insoportable; el embudo político es insostenible.

El problema es que Feijóo no termina de enterarse de que Sánchez no es un adversario, sino un enemigo. Y no de él, sino de España y de la democracia. A cambio, sí que considera a los de Abascal como enemigos. Y viceversa. Y eso es garantía de sanchismo infinito.

Porque la única manera de desalojar a Sánchez es el entendimiento entre el PP y Vox. La gran coalición sería garantía de más de lo mismo. Y el pacto PP con Junts y PNV además de aberrante, no sumaría.

Luis Losada Pescador (Actuall.com)

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Política,

Última Actualización: 26/02/2025

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