Alexis de Tocqueville afirmaba que no existe nada más incompatible que socialismo y democracia, ya que esta es una institución individualista que entra en franca confrontación con el colectivismo socialista. La democracia se extiende en la esfera de la libertad individual mientras que el socialismo la restringe.
La democracia atribuye todo el valor posible al individuo, el socialismo hace de cada hombre un simple agente, un número. La democracia y el socialismo solo tienen en común la palabra igualdad, pero con un significado diferente, mientras la democracia aspira a la igualdad en la libertad, el socialismo aspira a la libertad en la coerción y en la servidumbre.
¿Es posible evolucionar desde el socialismo a una sociedad abierta? Esa pregunta no ha parado de hacérsela los rusos, chinos, cubanos y más recientemente los venezolanos y nicaragüenses.
Para entender la evolución del socialismo a una sociedad abierta, habríamos de remontarnos a las teorías de Darwin y su altruismo cívico, de manera que en una tribu en la que hubiese muchos miembros con las mismas características, estos saldrían victoriosos sobre los demás y se produciría una selección natural para este grupo.
Pero también Darwin advierte que existe otro aspecto negativo en ese grupo, ya que los beneficios y compensaciones se dirigen solo entre los miembros del grupo, pero nunca para elementos externos al mismo. Por eso el altruismo solo cabe dentro del grupo, pero se transforma en xenofobia hacia cualquiera fuera del mismo.
Este comportamiento choca frontalmente con las teorías que hablan de utopías de fraternidad universal y tal como afirmaba Judith Rich Harris el hecho de ver a los humanos como asesinos o misericordiosos, egoístas o altruistas, depende de si los observas en su conducta hacia sus compañeros de grupo o hacia los demás. En estos casos ese altruismo de los partidos de la utopía de la fraternidad se transforma en un ataque egoísta al que piensa diferente.
Un segundo aspecto de la evolución hacia una sociedad abierta es que cuando la sociedad es cada vez más amplia, disminuyen las interacciones entre los individuos que la forman, tal como afirma Mancar Olson “la ineficacia de los grupos sociales aumenta con el tamaño de este”.
Hume en su tratado de la naturaleza humana, explicaba que es fácil que dos vecinos se pongan de acuerdo para realizar una obra común que a ambos les interesa, pero si el número de vecinos fuese de mil, la obra sería inviable y además cada uno buscaría una excusa para librarse de las molestias que la obra generase y echaría la carga a los demás.
En el lado opuesto a la concepción planificadora del Estado de las sociedades cerradas, se sitúa el liberalismo y el mercado con su sistema de precios. Milton Friedman dice del mercado que es el mecanismo que induce a personas que viven en partes muy distantes a cooperar para promover sus respectivos intereses sin necesidad de una dirección centralizada, sin obligar a las personas que se hablen o que se gusten entre sí, este sistema permite que los individuos cooperen pacíficamente durante unos momentos, mientras que durante el resto del tiempo cada uno se ocupa de sus propios asuntos.
Cuando los socialistas quieren sustituir el mercado por el Estado, como agencia de coordinación económica o intentan aumentar la dimensión del mismo, se encuentran con el estrepitoso fracaso del socialismo en sociedades cerradas como ocurrió en la Unión Soviética, China, Venezuela, Nicaragua, Cuba y en menor grado cada vez que gobierna la izquierda en España,.
Por el contrario, en las sociedades abiertas, como las democracias liberales, donde los ciudadanos resultan incontrolables con sus millones de variantes imposibles de unificar, el mercado y el bienestar económico crece para todos.
Un proverbio chino dice que el leve aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo. El socialismo desconoce el efecto mariposa y la teoría del caos propuesta por Eduard Norton Lorenz. Tanto en uno como en otro, aunque parezcan teorías recientes, son las bases en las que se fundamenta la democracia, el liberalismo y el mercado.
Salvador Ruso Pacheco (ÑTV España)