Un operario del Ministerio de Igualdad sale del edificio adornado con banderas arcoíris. No hace demasiado calor al mediodía en la calle Alcalá, en Madrid. Es viernes. El asfalto está blando. El hombre, vestido con un uniforme oscuro, enciende un purito en un resquicio de sombra. La cera marrón del tabaco torcido gotea ceniza. «¿Irene Montero? Irene Montero no está. Está de vacaciones.

Eso dicen en el ministerio. Te podrán ayudar mejor los compañeros de seguridad», resuelve. Los compañeros de seguridad no dan más información. Aunque la jefa de gabinete de la todavía ministra asegura que no está de vacaciones -«sigue yendo al ministerio»-, en Unidas Podemos se habla también de los días libres que se ha tomado Montero desde las elecciones generales del domingo hasta, al menos, el 1 de agosto.

El martes dirigirá la reunión de crisis convocada para analizar los últimos «asesinatos machistas» junto a representantes de las comunidades autónomas, Interior y Justicia. 30 mujeres han muerto por violencia de género en 2023. El viernes se contabilizó la última víctima, una mujer de 26 años. 

Algunas voces comentan la intensidad con la que ha vivido Montero la campaña electoral. Enfadada. Triste. O las dos cosas a la vez. Algunos bisbiseos señalan que su círculo más cercano le ha aconsejado desconectar por unos días.

El entorno no lo confirma. Establece un parapeto, habla de normalidad, advierte de que todo marcha bien en la última posta del largo funeral político de Irene Montero. A su alrededor se despliega un cordón sanitario en el que participa tanto Pedro Sánchez como Yolanda Díaz. Nadie quiere saber nada de ella. Sus días como ministra están contados.

Juan Diego Madueño  (El Mundo)

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Última Actualización: 13/06/2024

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