El Congreso de los Diputados ha aprobado por 177 votos a favor y 164 en contra, una moción por la que insta al Gobierno a que reconozca la victoria del opositor Edmundo González, lo que equivale a decir, a sensu contrario, que Maduro ha falseado el resultado de las elecciones en Venezuela.
La ministra Margarita Robles ha acompañado esta moción al tildar, públicamente, a Maduro de dictador. Eso parece que ha desbordado el vaso y Maduro y sus acólitos han pedido la ruptura de relaciones diplomáticas con España.
Pero el que ha puesto la guinda a todo esto, quien ha cantado la gallina, ha sido nuestro ministro de Exteriores Albares quien, muy irritado por la moción del Congreso de los diputados, fundamentalmente una moción desde la derecha 170 diputados de PP y Vox, ha mostrado la cara oculta de la izquierda española que es su apoyo al marxismo y al comunismo y, su permanente, critica a Franco.
Albares se ha permitido echarle en cara a la derecha, a esos 170 diputados del PP y de VOX, haber criticado al dictador Maduro y que sin embargo no hagan lo mismo con Franco, ya que han derogado las leyes de Memoria Histórica autonómicas en las Comunidades donde gobernaban ambos en coalición.
Albares, como muchos otros, ha mostrado su ignorancia sobre el carácter criminal de la ideología marxista que inspiró al comunismo y que inspira a la dictadura de Maduro. Pero, a estas alturas, treinta y cinco años después de la caída del Muro de Berlín, la actitud de Albares y de quienes lo apoyan, no puede ampararse en la ignorancia, sino que son una manifestación de plena complicidad con los crímenes del marxismo, sea en España o en Venezuela.
A estas alturas todo español medianamente formado, debería tener claro que si en lugar de ganar Franco hubiera ganado aquel Frente Popular, que chorreaba marxismo por todos lados, España hubiera sido la primera república soviética en Europa, detrás de la URSS, en aquel momento con el “padrecito” Stalin al timón, con sus gulags y con las checas que había heredado de Lenin.
Por lo tanto, creo que Albares, sin darse cuenta, ha cantado la gallina de la izquierda marxista que no tiene nada que ver con la socialdemocracia europea que ha denunciado sin remilgos al marxismo. La democracia es y será imposible en cualquier nación donde no se condene a marxismo de forma mayoritaria.
Esa condena del marxismo, y del nazismo, es clave para que una democracia real se instaure. Si no se repudian las palabras y el método que propugnaron Marx y Engels, “nuestra fórmula es derrocar por la violencia el orden social existente» no hay ni habrá camino para la democracia ni la convivencia.
Enrique Miguel Sánchez Motos (ÑTV España)