La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha presentado un nuevo tratado con el objetivo de ser legalmente vinculante en el manejo de futuras pandemias. Sin embargo, esta iniciativa plantea graves preocupaciones en cuanto a la libertad de expresión y la investigación médica.
Las negociaciones sobre cómo garantizar el cumplimiento del tratado se han retrasado y se abordarán después de su entrada en vigor, lo cual es problemático ya que puede dar lugar a un totalitarismo en el que se limiten la libertad de expresión, la libertad de acción de científicos y profesores de las mejores universidades del mundo y la libre opinión de expertos médicos.
Esta preocupación y la defensa de la libertad se ve reflejada en las resoluciones del Relator de la ONU sobre la libertad de expresión y opinión, que prohíben a los Estados eliminar contenidos aún en tiempos de crisis sanitaria.
Ejemplos de ello son la «Resolución 68/167 de la Asamblea General» de 2013, que establece que «la libertad de expresión es un derecho humano fundamental que debe ser protegido en todas las circunstancias, incluidas las crisis sanitarias».
Y la resolución número 16/18, fechada el 22 de marzo de 2011 en donde literalmente se cita que «La libertad de opinión y de expresión es un derecho humano fundamental que incluye la libertad de buscar, recibir y difundir información e ideas de toda índole, sin importar fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro medio de su elección».
En consecuencia, existen serias preocupaciones de que el nuevo tratado pueda generar un totalitarismo a través de la forma en que se manejan y se divulgan información y opiniones sobre la pandemia.
Desde marzo del 2020 se han registrado casos bochornosos de censura y eliminación de contenidos, incluyendo la libertad de expresión, la libertad científica y la libre opinión de expertos médicos, profesores y catedráticos de las mejores universidades del mundo.
Estas acciones son contrarias a las resoluciones del Relator de la ONU en relación a la libertad de expresión y opinión, que, vuelvo a repetir, prohíbe a los Estados eliminar contenidos aún en tiempos de crisis sanitaria.
La historia de la medicina está llena de casos en los que el consenso científico ha sido contrario a hallazgos de médicos que supusieron un gran avance para la salud.
Un ejemplo es la teoría de Semmelweis sobre la importancia de lavarse las manos antes de realizar un parto, rechazada en su época y convertida posteriormente en una práctica fundamental para prevenir infecciones.
En 1928, el médico británico Alexander Fleming descubrió casualmente que un moho llamado Penicillium notatum mataba a las bacterias en su cultivo. Sin embargo, su descubrimiento fue considerado contrario al consenso científico de la época, que afirmaba que las bacterias eran causadas por virus.
En 1954, el cirujano sueco Jan van Bogaert fue el primero en realizar un trasplante de riñón exitoso en un paciente humano. Este procedimiento fue considerado controvertido porque atentaba contra el consenso científico ya que habia dudas sobre su éxito y seguridad.
En el siglo XIX, el médico alemán Robert Koch demostró que los gérmenes podían causar enfermedades, lo cual fue contrario al consenso de la época, que sostenía que las enfermedades eran causadas por factores ambientales como la mala ventilación o la falta de higiene.
Durante siglos, se creyó que la mujer debía soportar el dolor durante el parto sin ningún tipo de ayuda. Sin embargo, en el siglo XIX, el médico estadounidense Crawford Long demostró que la anestesia podía ser utilizada durante el parto con seguridad, lo cual supuso un gran avance para la salud de las mujeres.
En la historia, muchos médicos que han puesto en cuestionamiento el consenso científico, han contribuido con sus hallazgos al avance de la medicina.
La libertad de expresión y opinión es esencial para el desarrollo de una sociedad libre y justa, y es crucial que se respete en todo momento, incluso en tiempos de crisis sanitaria.
El nuevo tratado de la OMS plantea serias dudas en cuanto a la protección de la libertad de expresión y la investigación médica.
Es fundamental que los estados miembros de la OMS debatan cuidadosamente los términos del documento, conocido como borrador cero, antes de su implementación, a fin de evitar cualquier restricción que pueda perjudicar la libertad de pensamiento y la investigación médica.
La sociedad depende de una discusión abierta y un debate honesto sobre cómo mejorar la salud y proteger a la población en tiempos de crisis. Los hallazgos médicos, a veces en contra del consenso, pueden suponer un gran avance en la medicina.
Y éstos sólo son posibles gracias a la investigación y la libertad de expresión y opinión de médicos y científicos que desafían las ideas establecidas.
Doctora Plego (ÑTV España)