La tercera guerra mundial no tiene socios, aliados ni lideres: solo carne de cañón, y la confrontación que se está cociendo será el anticipo del fin del mundo o del regreso a las cavernas.
Estamos en los preámbulos de esa situación tenebrosa porque los actores políticos de hoy se asemejan a un mono con dos pistolas, ebrio de poder, que acumula el producto del robo masivo que hace a una sociedad dividida entre los fanáticos y los indiferentes. Nos gobiernan unos mediocres delincuentes apoyados por las víctimas de la ignorancia que les votan creyendo en sus promesas falsas, y unos fanáticos desaseados que se alimentan del odio al prójimo.
El éxito de esta fórmula que nos está llevando a esa guerra sin objetivos podría ser el espolón que revirtiera la tendencia internacional que ha devaluado hasta el nivel de lo ridículo a los gobiernos del Reino Unido, de Francia de Alemania, de Italia, de España – por citar solo algunos países más próximos al nuestro – cuyo peso en el ámbito internacional se asemeja al valor de los productos de un mercadillo.
Los dirigentes de ese mundo que está jugando a su permanente inestabilidad merecerían un nuevo juicio de Nüremberg para que la sociedad despierte y que cada uno asuma el papel que le corresponde especialmente los políticos que juegan con nuestras libertades y abusan de sus privilegios.
Es preciso que los ciudadanos no sean siervos de sus gobiernos y que los gobernantes descubran que pueden acabar en el paro o en la cárcel si roban – como están robando -, matan por irresponsabilidad – como están matando – o mienten por cobardía – como están mintiendo.
Si el mundo quiere evitar la guerra es necesario barrer a los dirigentes que nos pueden llevar a la confrontación. En este momento tenemos unos gobernantes a la altura de la sociedad que los apoya, y un sector de la sociedad que no vive de las subvenciones que se siente ajeno al compromiso de sacar adelante el país porque no se fia y desprecia a sus dirigentes mediocres.
Los ciudadanos en muchos de nuestros países no se fían de sus políticos, sospechosos de corrupción y auto protegidos por sus excepcionales privilegios.
¿Alguien sabe por qué ha ganado Donald Trump en los Estados Unidos? ¿Por qué le han votado a pesar de la repugnancia que provoca?
Quizás porque la alternativa – allí y aquí – huele a vómito, y eso significa que o la sociedad se rearma con valores cívicos o la guerra no está lejos. El aseo mental debería regresar a la sociedad como un valor cívico.
Algunos deberían leer a Tolstoi
Diego Armario