Estamos dirigidos por enfermos. Enfermos del alma y de la mente.
Acerca del desaforado amor a sí mismo de la mayoría de los gobernantes, es oportuno decir que la afectación es lo contrario de la grandeza. Quien necesita adoptar actitudes afectadas es falso. Toda egolatría es patética. ¡Pero ojo con los figurines presuntuosos! Arrasarían la tierra si pudieran con tal de realizar sus desenfrenadas vanidades.
Estos seres perniciosos constantemente desprecian el Bien y la Verdad, pero no dejan de decir: «¿En qué hemos despreciado el Bien y la Verdad, si somos nosotros precisamente quienes las forjamos?». Mientras gritan: «¡Al incendiario, al incendiario!», se pertrechan con fuego y con bencina, porque no conocen otra cosa que el incendio para iluminar el templo de la excelencia, a la que odian con todas sus fuerzas.
Contemplad a los frentepopulistas y a sus amos y cómplices. ¿Quién es aquél al que más aborrecen? Al que quebranta sus agendas, su índice de imposiciones y sus ideologías. El intelectual puro y, más allá, toda aquella persona que no sabe ni quiere disimular, subleva a los instalados e incluso a su cohorte de pusilánimes y borregos.
Por eso odian la desnudez. Aquellos, los que se atreven a proclamar que el rey está desnudo, obligan a muchas personas a enfrentarse a sus conciencias y a la verdad. De ahí que los serviles y acomodaticios siempre estén resentidos contra los indómitos.
Los rebeldes auténticos se les acercan para mostrarles la realidad que niegan, y luego siguen de largo. Esto nunca se lo perdonarán. Y cuanto más se elevan los independientes más pequeños parecen a los ojos de los envidiosos. ¡Cómo éstos podrían ser justos con quienes les cuestionan! Los indóciles bien pueden decir: «Hemos elegido para nosotros vuestra injusticia como la parte que, según vuestra índole, nos es debida».
El cielo y la tierra, es decir, el universo, aunque lleno de armonía, carece de benevolencia. Los hombres no deben esperar de él justicia, sólo fatalidad, fuerza inercial. Los hombres sabios comprenden que cuantas más cosas conocen los seres humanos, más pobres se hacen.
A los frentepopulistas y a sus amos y cómplices no se les puede tratar razonablemente. A estas hordas satánicas hay que aplastarlas; ese es, por desgracia, el único medio de salvación, la única posibilidad de mantener una España fuerte, neutral, libre y unida, de raíces cristianas y cultura humanista, occidental. Y, por supuesto, el único medio para conservar el albedrío individual.
Hasta que ese aplastamiento no se produzca seguiremos padeciendo a los especiosos, a los pervertidos y a toda clase de bestias con figura humana. Porque, si no se construyen diques, ¿quién puede obligar al río a que se pare?.
Jesús Aguilar Marina (ÑTV España)
viñeta de Linda Galmor