Portentoso final de Match Point, la última obra maestra de Woody Allen, allá por 2005. La pelota de tenis. El azar. La casualidad. La causalidad. Una revistiéndose de la otra. Y la bola o la moneda cayendo siempre del mismo lado: el «bueno» para la organización terrorista OTAN.

Toda la puta vida igual

El año pasado, tras el estallido de la “extraña” guerra entre la OTAN, bufón Farlopinski mediante, y Rusia, Ucrania, con lastimosa tonada, ganó rotundamente la degenerada euromierda de marras. Segundo puesto, el macho beta de la citada banda criminal transnacional, el predio del Hechizado y Globalista Carlos III. Tercera, Bozalistán, dizque España, el mejor perrito faldero de la OTAN/Gladio/Colza. Escasas calendas ha, Suecia primera. Finlandia, segunda. Lo dicho, todo lo anterior, purita y geopolítica casualidad.

Y Turquía ( y, de paso, «acordándose» de Bashar Háfez al-Ássad), suficientemente “disciplinada”, padeciendo geoingenierilmente un devastador terremoto ( cifras oficialnoicas: más de 50.000 muertos). Con tales dígitos de inducido y deliberado horror, cualquiera le dice que no al tito Sam…

Furtivas lágrimas

Y recuerden que en la cinta de Allen, donde se hibridan las magistrales MacbethRojo y Negro Crimen y Castigo, y fluyen furtivas lágrimas y elixires de amor de Gaetano Donizetti, el personaje de Chris dispara a Nola tras amenazar ésta con revelar sus amancebamientos adulterinos. Chris, pedazo de falsa bandera, hace que todo parezca un robo.

Los maderos lo interrogan después de encontrar el diario secreto de Nola, pero él -oh, bendita «casualidad» – se va de rositas y el crimen queda completamente impune. Como la siniestra OTAN. Siempre. Ganar o perder. Siempre, hasta ahora, vence la OTAN. ¿ Hasta cuándo?

Luis Coleto (ÑTV España)

 

Categorizado en:

Sociedad,

Última Actualización: 13/06/2024

Etiquetado en: