Uno de los principios fundacionales del sanchismo es dar por solucionado cualquier problema serio que le rodea a través de cortinas de humo o cierres en falso de las crisis que le afectan.
Es lo que perseguían, por ejemplo, las declaraciones de Pedro Sánchez de los últimos tres días, dando por cerrado el debate sobre la amnistía a los golpistas del ‘procés’ (basta con que él diga que es constitucional para que lo sea) o el gravísimo caso de corrupción que asuela los cimientos, la ética y la credibilidad de su Gobierno y su partido.
Nada más lejos de la realidad, por fortuna los jueces y los fiscales continúan trabajando en ambos casos y la sociedad sigue dispuesta a movilizarse para evitar la anestesia que –con la ayuda de unos socios que se frotan las manos manejando a su gusto a Sánchez– el Ejecutivo y el PSOE intentan aplicar sobre la opinión pública para ocultar el ataque directo a los pilares del Estado de derecho y el millonario latrocinio, en tiempos de pandemia, con firma socialista.
ABC