Son individuos sin nada de inteligencia. Son parte de una sociedad que va trasmitiendo su idiocia a través de los tiempos. Existen en todo el mundo, pero en España, como en todo lo malo, somos los campeones. Estoy hablando de «los huele muertos» ¿Se acuerdan ustedes cuando hacían cola las mañanas de los domingos en los cines para sacar entradas?
Pues «los huele muertos» hacen algo parecido, pero salvando las distancias, forman colas insanas para visitar capillas ardientes y además les da igual a que muertito se va a ver, ellos se pasan horas para cotillear con un regocijo absurdo e insano, esa morbosidad de ver de refilón al finado. Es lo mismo hacer una inmensa fila para Isabel II, el Papa Benedicto XVI, o Pelé, ellos en su inmenso espíritu bobino van a la cola sin discriminar a nadie. Son tontos voladores y se sienten orgullosos de ejercer.
Todo muy bonito, pero nadie recordó el fraude, por ejemplo, de la cooperativa de viviendas PSV, que timó a muchos trabajadores su dinero y que acabó con una quiebra mal arreglada con la perdida a una gran mayoría de cooperativistas de gran parte de lo aportado y en el mejor de los casos con unos pocos pisos terminados con un incremento sobre el valor inicial de entre un 7 u 8%. Nadie del invento fue a la cárcel y Nicolás era secretario general del sindicato trincón.
Mucha emoción en la sede central de UGT de aquí en Madrid, donde se instaló la capilla ardiente que fue visitada por mucha gente con gesto de dolor y consternación, entre ellos el inefable Feijóo, que entre loa apasionada y loa dolorosa, parecía un Zombi sin futuro.
Un «huele muertos» más.
Alejandro Descalzo (ÑTV España)