Desde que recuerdo mis reacciones ante cuanto tengo delante, puedo asegurar que nunca pude soportar “el ninguneo de los débiles” por el hecho de serlo. Cuando mis compañeros –niños o adolescentes—reían o menospreciaban a quienes tenían alguna deficiencia, los defendía y cortaba en seco su proceder. Por puro instinto les reprochaba el trato equivocado dado a los compañeros. Y es que entonces, como ahora, la cobardía me ha repelido siempre y he tenido el menosprecio a los indefensos como una demostración de la misma.
De adulto me sigue sacando de quicio esa propensión de los humanos a cortar leña del árbol caído, en lo que son expertos los partidos llamados democráticos. Tenemos la desgracia de haber comprobado que, en España, abunda esa clase de “héroes”. El ejemplo más refulgente lo vivimos a partir del 22 de diciembre de 1975, con solo pensar que si los “valientes” que se enfrentaron a Franco y al Régimen nacido de la Cruzada, hubiesen volado habrían eclipsado el sol y convertido el mediodía en medianoche…
No es posible dudar la realidad vivida tras enterrar Franco; cuando todos los nuevos políticos se presentaron como combatientes por la Libertad, que se habían jugado la vida y luchado a brazo partido por traer la democracia a nuestra Patria. Llegué a convencerme de que sólo unos pocos despistados habíamos vivido felices bajo la tiranía franquista. El resto de compatriotas no la podían soportar y solamente la presión del terror los llevaba al trabajo o a distraerse con el fútbol.
Aunque parezca mentira esta realidad no solo humorista, explica la conducta hodierna de nuestros medios de información, en estos primeros años del siglo XXI…y en el último tercio del XX. A ese “valor innato” de los españoles le deben nuestros periodistas e intelectuales el haberse convertido en turiferarios del Doctor Sánchez (el “peripatético” dictador rojo que nos gobierna).
Las circunstancias de la vida han fortalecido un carácter independiente que me permiten hablar y escribir sobre todo cuanto considero verdadero y digno de ser defendido, sin exceso de preocupación por la opinión de moda. Lógicamente, no es la mejor manera de hacerse popular, ni siquiera entre los llamados “nuestros”.
No todos cuantos me leen están de acuerdo en mi postura “no agresiva” frente a VOX o, incluso, de apoyo cuando defienden lo mismo que yo – algo que sucede con bastante frecuencia–.
Por supuesto, en otros casos estoy en desacuerdo –como, por ejemplo, sobre la visión de algunas de sus figuras sobre del franquismo.– pero conviene tener presente que su defensa de la Unidad de España y su lucha contra el Separatismo, pesa muchísimo más, a mi entender.
Y, por otra parte, no parece el momento más adecuado, el presente, para arrinconar a quienes no piensan al cien por cien como nosotros; más bien debemos atraer a los próximos, como hacen nuestros enemigos. Está visto que no aprendemos, ni aunque el Divino Maestro ya no advirtiera que “los hijos de las tinieblas son más sagaces que los hijos de la luz”.
Los apoyo, además, por el hecho de ser el “punching-ball” de la izquierda, de la derecha, del centro, de los separatistas, de los terroristas y hasta de algunos de los “nuestros” –como lo fuimos en Fuerza Nueva hacen medio siglo—y, evidentemente, tengo buena memoria para las lecciones de la vida.
Resumiendo, que me caen bien por ser ninguneados por los medios de comunicación que los tienen por “vulnerables”.
De paseo convendría no olvidar que serán una de las buenas “opciones de voto” para muchos españoles que aman a su Patria. Ojalá tuviéremos nosotros ese mismo poder de convocatoria y tras medio siglo aprendiéramos a buscar la unión y olvidarnos de las capillitas.
Gil de la Pisa (ÑTV España)