Se está acabando el año y tengo la sensación de que los hijos de puta se han multiplicado con más facilidad que los panes y los peces.

No me refiero a la buena gente que piensa lo que le da la gana o a la que le han dicho lo que  tienen que pensar, sino al ejército de activistas al dictado de un dictador, que trabajan sin esforzarse porque solo deben repetir consignas al  más puro estilo de la etapa de Mao Tse Tung.

La ventaja de los nuevos dictadores es que vivimos en la era digital, en la que no necesitan sabios ni pensadores en las filas del departamento de información y propaganda, porque para ellos la esencia  del mensaje no está en el pensamiento ni en la razón,  sino en el eslogan.

No existe vergüenza hoy en el periodismo, y  un ejemplo magnifico  es la anécdota que contaba Groucho Marx,  cuando decía que su familia creía que él trabajaba de pianista en un burdel porque no quería avergonzarles diciéndoles que en realidad era periodista.

Hoy la desvergüenza tiene nombres propios, y es muy fácil identificar a los que han dejado de ser periodistas para convertirse en portavoces del gobierno que repiten las frases textuales que les envía el departamento de propaganda del Psoe.  ¡Manca fineza!.

En nuestro país, ningún siervo mediático del poder político se avergüenza del trabajo que hace,  y algunos tienen la osadía de exigir que  otros periodistas  tengan vetado el acceso a las salas de prensa de las instituciones porque son muy críticos con el gobierno. Tanto los serviles de un lado o del otro tienen derecho a asistir a las ruedas de prensa por si algún día algún miembro del gobierno tiene a bien responder alguna pregunta.

En el gobierno todos son portavoces… de la doctrina oficial. Su Presidente solo se atreve a ir a medios amigos y hace ruedas de prensa sin admitir preguntas, lo que es un contradios  por absurdo.

En España tenemos un buen periodismo en la información internacional, cultural, económica, científica y en ocasiones en la deportiva, pero la información política está en manos de propagandistas y de Gonzalo Miró.

Diego Armario

Categorizado en:

Política,

Última Actualización: 29/12/2024

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