La situación de Fernando Grande-Marlaska es insostenible y si el ministro del Interior no tiene el suficiente pundonor como para dimitir será Pedro Sánchez, su gran valedor desde el inicio de su presidencia, quien deberá destituirlo.
La crisis derivada por el cruel asesinato de dos guardias civiles en Barbate es un hito definitivo, aunque este ministro ya contaba en su haber con suficientes escándalos como para haber cesado en el cargo hace demasiado tiempo.
En su lista de gestiones negligentes destaca, por encima de todas, la tragedia de la valla de Melilla acontecida el 24 de junio de 2022. Todavía hoy no existe un consenso sobre cuántas personas perdieron la vida en aquel dramático suceso, pero lo cierto y verdad es que no se depuró ninguna responsabilidad política tras lo que a todas luces supuso una imprudencia que costó vidas humanas.
La irresponsabilidad de Grande-Marlaska a la hora de proteger nuestras fronteras volvió a ponerse de manifiesto con la expulsión ilegal de menores desde Ceuta a Marruecos en agosto de 2021.
La sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo concluyó una «absoluta inobservancia» de las prescripciones de la Ley de Extranjería lo que, de nuevo, tratándose de una cuestión tan sensible, debería haber supuesto el final de Grande-Marlaska al frente de la cartera de Interior.
Las negligencias de Marlaska no sólo afectan al control de nuestras fronteras, con el hacinamiento de personas en Barajas como último acontecimiento reseñable.
Su descrédito público también atañe a decisiones puramente políticas como el cese de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid del coronel Diego Pérez de los Cobos.
Fue también el Tribunal Supremo quien tuvo que anular la represalia del Ministerio del Interior, evidenciando la motivación política de su castigo al intentar forzar al coronel a no cumplir con la discreción prescrita por una jueza que investigaba la manifestación del 8-M en Madrid en los primeros compases de la pandemia.
En lo que atañe al Instituto Armado, la procesión de directores generales al frente de la Guardia Civil también evidencia el descontrol del ministro. La suma de todos estos estos hechos arroja un saldo letal para Grande-Marlaska, quien ha llegado a ser reprobado por las Cortes Generales.