Hoy se ha sabido de la imputación del fiscal general, Álvaro García Ortiz, y la chulesca predisposición del sicario a sueldo del capo monclovita para no dimitir; no obstante si la fiscalía depende de Sánchez, pues ya está, la imputación del fiscal es extensiva virtualmente a la del que ha movido los hilos de la corrupción generalizada, incluida esta revelación de secretos que se va a juzgar.
¿Para cuándo la imputación del otro sicario Bolaños y del repugnante encubridor Marlaska? Se comprende el frenesí por culpar al fango ultraderechista que se saca de la manga el delincuente Sánchez para intentar evitar la quema del sanchismo con una previsible pira especialmente montada a propósito de su identidad como el número 1, el «puto amo» y el hijo de la gran ramera que ha identificado con indignación la España decente a la que ha perjudicado traicionera y brutalmente…
Y es más ¿sigue en la presidencia para atar y desatar a su antojo con todo el tinglado de estafa institucional montado, todavía funcionando a su favor? ¿Qué criminal no ansiaría disponer de suficiente poder para esquivar la acción de la Justicia, máxime cuando tiene comprados a jueces corruptos que juegan suciamente a su favor?
Lo cierto es que con lo que se sabe y lo que se sabrá-el grueso de lo que nos queda por conocer-estamos en la certeza irrefutable de que Pedro Sánchez es un criminal metido a política. Su hediondo rastro personal apesta a todo el PSOE sin excepción al día de hoy, cuando tiempo de aberraciones ha transcurrido para que el honrado, si es que lo hay, reflexione sobre la ética y la moral… y no secundar a un gobierno de forajidos.
Con los últimos acontecimientos es fácil deducir el porqué de la hostilidad del gobierno en pleno contra todos aquellos que no son de la cuerda criminal de Pedro Sánchez, bien pertrechados para prostituir la conciencia. Porque Sánchez es cada vez más criminal, parapetado tras la información que va desparramándose gota a gota hasta convertirse en un cenagal, una fosa séptica con fetidez monclovita, que ha procurado pringar a España culpando de hediondez a lo que le caracteriza a él personalmente.
No ya políticamente, toda vez que los asuntos delictivos del fullero son propios de la delincuencia común no siendo extraño que se disfrace de política tras las siglas del PSOE. Un partido socialista cómplice en la faena grupal pues la carencia de moralidad ha facilitado que toda la bancada se retrate junto los no menos socios estafadores del comunismo, pagados por el Delcygate para que en España se colase la influencia bolivariana que hemos soportado estos años.
Todo parece indicar el fin de este Nerón que no dudará en quemar España para culpar a los propios españoles. Que este sinvergüenza continúe al frente del gobierno es un riesgo que la España sabedora de quién ha sido su enemigo encubierto durante estos siete años no puede permitirse.
Por prudencia, por puro instinto de supervivencia de todo un país, por la dignidad y el honor que todavía puede recuperarse para ponerlo todo en el sitio que le corresponde: con Pedro Sánchez, el jefe de todas las tramas, sentado en el banquillo junto al número 2, Ábalos, el cumplidor de las órdenes y el número 3, Marlaska, el encubridor de las fechorías (Tellado dixit).
Este gobierno de desalmados debe ser cesado excepcional e inmediatamente, en masa.
ÑTV España