1- Dos gigantescas manifestaciones vestidas de España, la una en Madrid y la otra en Barcelona, han sido la imagen viva del atronador rechazo que bulle iracundo hacia la amnistía en buena parte de la sociedad española. Y a esta caterva de escoria repugnante que nos gobierna no se le ocurre otra cosa que acusar a los manifestantes de alentar el odio y el revanchismo, de conspirar contra la reconciliación y el reencuentro entre españoles.
2- Evidencia histórica: La relación de Cataluña con el resto de España en los últimos cuatro siglos responde a una especie de círculo vicioso que no para de repetirse una y otra y otra vez. Partiendo de un momento de control, bienestar y paz social, las fuerzas «progresistas» del momento comienzan a hacer concesiones y a dar alas al soberanismo insaciable, prerrogativas sucesivas, a cada cual más lesiva a la soberanía española, para que en el momento en el que ya no haya nada más que ofrecerles, salvo la independencia, terminemos de bruces inmersos en un gigantesco baño de sangre; en un conflicto armado entre españoles que se lleva por delante y arrasa con decenios de industria y comercio haciendo desaparecer las mínimas condiciones para la vida en grandes zonas de España y condenando a muerte a decenas de miles de hijos de esta tierra. Prueba inequívoca de ello son la Guerra de los segadores en 1640, la guerra de sucesión de 1703 y la autoproclamada independencia de 1934.