España ha quedado al margen de suscribir el comunicado conjunto que ha impulsado el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, como contundente respuesta al ataque terrorista sufrido el sábado por Israel a manos de Hamás, y como mensaje firme de apoyo a la legítima defensa a la que ese Estado tiene derecho.

El comunicado está firmado por Biden, el presidente francés, Macron, el alemán Scholz, la italiana Meloni, y el británico Sunak. España, que además ostenta este semestre la presidencia de la Unión Europea, no figura en la rúbrica y no participó de la reunión telemática que Biden organizó para coordinarse y reaccionar frente a la brutalidad de las imágenes con las que el planeta viene horrorizándose estos días.

El peso de España en la influencia internacional está decayendo de forma notoria, y los esfuerzos desde La Moncloa para aparentar lo contrario están quedando en eso, en meros ejercicios de simulación y propaganda. España no está en el núcleo de las relevantes decisiones internacionales que se adoptan, lo cual no es una buena noticia. En este caso, o bien Biden no consideró oportuno contar con el Ejecutivo español, o si bien lo hizo, lo cual es una incógnita, España declinó firmar.

En cualquiera de los dos casos, la consecuencia es preocupante. Más aún, en un escenario político tan incierto en España, con el Gobierno en funciones y sin fecha para la investidura, con el independentismo exigiendo una superación de la Constitución por la vía de los hechos consumados, y con Sumar y una parte sustancial de la alianza de extrema izquierda responsabilizando a Israel de semejante horror, en lugar de condenar sin rodeos ideológicos a una organización criminal capaz de matar de forma tan cruel, indiscriminada e injustificada.

La aparición en un kibutz de Israel de varios cadáveres de bebés, algunos de ellos tiroteados junto a sus padres, es sólo una prueba más del delirio en que se ha instalado Hamás. Si España pierde influencia en el escenario internacional por voluntad de otros, malo. Y si lo hace por voluntad propia y estrabismo táctico, peor.

El comunicado incide en que los ataques de Hamás «no tienen justificación ni legitimidad, y deben ser condenados universalmente». Y además, amparan el derecho de Israel a «defender a su pueblo de tales atrocidades». El comunicado concluye con el siguiente párrafo: «Todos reconocemos las legítimas aspiraciones del pueblo palestino y apoyamos medidas iguales de justicia y libertad para israelíes y palestinos por igual.

Pero no nos equivoquemos: Hamás no representa esas aspiraciones, y no ofrece nada al pueblo palestino que no sea más terror y derramamiento de sangre». Nada, absolutamente nada de lo que defienden estas potencias, que se definen aliadas de Israel, puede no ser compartido de forma inequívoca por parte de España. La tibieza, o el afán por no chocar con la extrema izquierda que representa Sumar, no deberían tener cabida en estas circunstancias tan dramáticas.

Todo lo demás sería el ejercicio de una doble moral, como el que sigue realizando Sumar. Si bien algunos dirigentes han empezado a matizar sus palabras de los últimos días justificando los ataques a Israel, o situándose en una perversa equidistancia, otros siguen expresando su comprensión hacia los terroristas que controlan al pueblo palestino o, como ocurrió en Madrid, negándose a participar en un minuto de silencio institucional convocado por el ayuntamiento.

Eso es lo que hizo Más Madrid, dando un pésimo ejemplo en un momento alarmante para la seguridad mundial. Los episodios de ninguneo a una potencia, y democracia, como España resultan muy desalentadores.

ABC

 

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Última Actualización: 13/06/2024

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