Sea usted decente y no de por hecho cosas que no van a suceder. Nadie va a prohibir que dos personas del mismo sexo puedan hacer su vida con toda normalidad. Ni a los miembros del colectivo LGTBI+ que sigan mostrando su “Orgullo”, por más bochornoso que resulte el espectáculo, jaleado por un coro dócil y fácilmente manipulable. Dicho esto, siento -y créame que es verdad- que como consecuencia de su orientación sexual fuera usted un joven solitario y triste.

No, señor Marlaska, nadie va a prohibir nada de esto, y mucho menos en España que, según un estudio de la empresa de investigación Ipsos, es el país -tome nota- de Europa en el que hay más personas que se identifican con el colectivo LGTBIQ+. Además de ser el país que más defiende que el colectivo puede tener muestras afectivas en público y comportarse tal y como es. Al tiempo que la mayoría de la población respalda que las marcas apoyen al colectivo con sus campañas publicitarias.

Entonces, si esto es así, y toda vez que en el acto organizado en el Congreso con motivo del Día del Orgullo LGTBI manifestó su preocupación “porque las futuras generaciones LGTBI tengan que vivir reprimidas” … ¿De qué peligro habla? A no ser que su preocupación esté más en relación con el hecho de que otro gobierno o ayuntamiento, incluso por presión social, prohíba, pongamos, el “desparrame” del desfile de las carrozas.

Sr. Marlaska, no meta miedo en el cuerpo a esas nuevas generaciones, que es lo que hacía Felipe González con las “pensiones”, porque al final todo termina por desvelarse.

Se encierra usted, señor Marlaska, y muchos-as de su condición, en un gueto lingüístico, hecho de jergas identitarias y de términos fetiches. No es usted decente, reconózcalo. Nadie les va a meter en el “armario”. Cosa distinta es que, en el futuro, se elimine la palabra “matrimonio” para designar o calificar la unión formal entre dos personas del mismo sexo. O que, por puro sentido común, se les prohíba adoptar a las personas de su condición sexual, porque ante todo están los derechos del menor, que también los tiene. (1)

Ahora bien, señor Marlaska, por más bulla que armen ustedes los del Orgulloso Colectivo con ese lenguaje de arenga que no sirve para explicar ni proponer nada, y mucho menos para persuadir racionalmente, algún día todos esos que les apoyan sin ser de su condición, comprenderán que la sexualidad no es un mero instinto.

Y, sobre todo, que es el cuerpo, y no lo que se antoje querer ser o el trastorno mental determine, el que expresa la feminidad o la masculinidad. Y hasta puede que se llega a más si la sociedad vuelve a los principios cristianos, única tabla de salvación para afianzar un orden político-social justo, equitativo y armonioso, y vuelva a concebir, según la doctrina de la Iglesia, que es moralmente inaceptable el llamado amor libre, la relación contranatural y la contracepción. Porque se trata de comportamientos que trastornan el significado profundo de la sexualidad que, como dijo san Juan Pablo II, “pertenece al designio originario del Creador, y la Iglesia no puede menos que tenerla en gran estima”.

En lo que seguro estamos de acuerdo, señor Marlaska, es que nadie tiene derecho a dañar a otro de obra o de palabra. Ni a ridiculizar ni a mofarse, ni a discriminar por el motivo que sea. Esto es maldad, y la maldad debe estar duramente castigada. El principio es básico, no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti.

Porque si dejamos sin castigar al malvado considerando que todavía es muy pequeño para comprender o porque lo hizo sin mucha intención o por comprender su motivación, dejaremos que crezca un monstruo, un maltratador, un asesino. Todo eso puede llegar a ser la persona que daña a otra.

Por cierto, ¿no le parece ridículo que un hombre diga de otro que es su “marido” o una mujer de otra que es su “esposa”? Considérelo. ¿Qué le parece compañero-a?

(1) Según el elaborado estudio Homogenitorialidad y filiación, de reconocido prestigio internacional en el campo de la psicología y la sociología, del profesor de sociología Paul Sullins, que comparó a 582 hijos con progenitores del mismo sexo con 200.000 niños de la población general. En materia de trastornos emocionales los primeros están en desventaja respecto a los segundos: el 17,4% de ellos presentaron problemas emocionales de naturaleza clínica contra el 7,4% de los segundos; el 19,3% presentó problemas de retraso del desarrollo (trastorno del déficit de atención, etc.), contra el 10,2% de los segundos; el 17,8% de los primeros había recibido tratamiento médico por su trastorno emocional y el 21% tratamiento farmacológico, contra el 10,4% y el 6,9% respectivamente de los segundos.

Se demostró también, que a la edad media de 28 años los hijos de parejas homosexuales mostraban un mayor riesgo de desarrollar sintomatología depresiva:18% en la adolescencia y 51% en la edad adulta.

Un dato inquietante que persiste en el estudio, es la recurrente indicación de que el abuso sexual infantil es más frecuente entre las parejas homosexuales: el 23% de los hijos con madres lesbianas o padres homosexuales respondieron que «sí» fueron abusados por sus padres o madres, respecto al 7% del total de niños.

Así pues, la vida emocional de los hijos de parejas homosexuales es, como media, más estresante que la de los hijos de los heterosexuales, aunque, como refiere el estudio: los hijos de progenitores homosexuales son cautos en admitir las dificultades a las que se enfrentan no sólo en el exterior, sino también en familia.

En cuanto si el índice de homosexualidad entre los hijos de homosexuales es más alto que la media o no, todavía no hay estudios, pero la lógica nos dice que sí.

Pablo Gasco de la Rocha (ÑTV España)

Categorizado en:

Política,

Última Actualización: 10/07/2024

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