Desde hace seis años mantengo un curioso debate, personal y público, sobre los votos, el sistema electoral y su influencia en el reparto de escaños (parlamentarios, municipales o autonómicos).

Me hacían mis contradictores consideraciones contrarias a mi parecer -a mi juicio equivocadas- sobre la importancia que tenía quién fuera tercero porque, dados los porcentajes de voto en que se mueven cuatro partidos a nivel nacional y en algunas comunidades hasta seis, bloqueaba al cuarto en no pocas circunscripciones e impedía que el escaño fuera al segundo en otras (más disputado aún y por pocos votos si son más las opciones que pueden tener representación). Importancia sobredimensionada por la falta de peso territorial del PP y VOX en Comunidades como Cataluña.

Ahora, en estas elecciones, todos los expertos, mirando hacia las generales, afirman que, en gran medida, todo va a depender de quién sea tercero: si VOX o PODEMOS/SUMAR. A poco que se hayan seguido las encuestas la evidencia de cuanto digo es clara. De ahí que el PSOE en su estrategia, vía CIS, ande inflando el globo de SUMAR, de cara a noviembre; intentando, además, fortalecer en estas elecciones, en aras de salvar los muebles, a PODEMOS para bloquear a VOX, reducir sus expectativas y desmovilizar al electorado de derechas.

Si nos atenemos a los porcentajes que indican las encuestas -referidas a nivel autonómico o de grandes capitales, exceptuando el País Vasco y Cataluña- resulta evidente que al PP le van a sobrar en muchas partes varios miles de votos que le podrían costar gobiernos.

El PP que es el PP, da igual que sea el de Casado o el de Feijóo, tiene su gran mensaje, desde que era AP, en el recurso al voto del miedo: dadme los votos a mí para que no gane la odiada izquierda, ya sea Felipe González, Rodríguez Zapatero o Pedro Sánchez.

El PP es un férreo partidario del bipartidismo. Un modelo que busca desesperadamente reconstruir, ocupando, merced al voto del miedo (mayoría suficiente), todo el centro derecha. Así lo ha hecho desde 1977 con el resultado conocido: no eliminar aquellas leyes impuestas por la izquierda, contrarias a su supuesto ideario. Esas que denunciaba en mítines y en la oposición con anuncios de retirada que nunca efectuaba llegado al poder, siendo cómplice de la afirmación de la ingeniería social practicada por PSOE. Los ejemplos están ahí.

Es probable que el PP se esté pasando de frenada en estas elecciones, cegado por su tesis de «okupar» todo el espacio del centro-derecha. Es más que posible que los flujos de votantes entre partidos, en este caso entre el PP y VOX, acaben volviéndose en  contra del PP, con lo que el buscado flujo puede que solo acabe sirviendo para que la tercera fuerza en vez de ser VOX sea PODEMOS, o que el último escaño, en vez de ser de VOX sea para una fuerza que pacte con la izquierda.

Es algo que el PSOE sabe y con lo que especula para asegurar capitales y comunidades que se están jugando en un escaño. Escaño que, por el reparto siguiendo los porcentajes de voto, será imposible para el PP, y que en vez de ir a VOX irá a otra fuerza de izquierda o susceptible de pactar con el PSOE.

Todo ello cuando en muchas encuestas queda claro que PP y VOX, con unos resultados mantenidos hasta las elecciones, pueden desplazar a la izquierda en comunidades y ayuntamientos. Ahora bien, si como desea el PP, buscando una imposible mayoría absoluta, dado el firme suelo electoral de VOX, se produce, por la presión del miedo, un flujo final hacia los populares, es más que probable que continúe la izquierda en el poder.

Es decir, que el porcentaje de votos a VOX que se trasvase al PP pudiera acabar facilitando, en base a lo anterior, que la izquierda y el PSOE se mantuviera en el poder en Valencia, Aragón, Castilla-La Mancha o Islas Baleares (dejo en la más absoluta imprevisión lo que pueda suceder en Extremadura).

Por eso Tezanos, que no miente del todo, lo que hace en base a la encuestas del CIS es realizar los cálculos jugando, como buen árbitro casero, a favor del local; confiando en que los trasvases  le den la razón no en los porcentajes, pero sí en los resultados a la hora de formar gobiernos.

Para el PP el partido VOX es un problema, sobre todo si este exige acuerdos a cumplir para dejarle gobernar. Todos los líderes populares andan en la misma idea, con ese norte de la mayoría suficiente para prescindir de VOX, porque en el fondo viven pendientes de la legitimidad moral que otorga la izquierda.

Para los que quieren acabar con los gobiernos de izquierda para sustituirlos por otros de derechas VOX es la solución que permite pensar que Sánchez perderá el gobierno de varias Comunidades y ayuntamientos, iniciándose su caída.

Lo que me parece evidente es que desde VOX no han incidido de forma suficiente en esta explicación, para evitar los flujos de voto en las jornadas inmediatamente anteriores a los comicios; lo que se llama el vértigo electoral.

Eso sí, estimo que Santiago Abascal ha iniciado, en el último tramo de la campaña, un giro muy interesante en su discurso. Recuerda el líder de VOX que no vale solo con cambiar un partido por otro, que el PP ha traicionado reiteradamente en voto de las derechas, que ha utilizado ese voto para mantener leyes contrarias a esas bases ideológicas.

Yo diría que Santiago Abascal se está librando de la «tutela» del PP, de la sombra de Jano que ha estado muy presente en la evolución de VOX, anunciando que el único camino para obtener apoyos de los votos que su formación reciba pasa por la realización de pactos. Lo que es absolutamente lógico.

Francisco Torres García (ÑTV España)

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Política,

Última Actualización: 13/06/2024

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