Sin ánimo de fomentar, promover o incitar directa o indirectamente al odio, Maquiavelo, ya decía, que tanto este como el terror no eran sino instrumentos al servicio de intereses políticos.

Odio, sentimiento personal e intransferible, de uso individual y exclusivo a modo de documento de identidad; inclinación de intensa antipatía hacia algo o alguien, a quien se le desea el desamparo de los dioses del Averno y la desprotección de los cuatro reyes de la baraja.

Odiar a alguien, según Ortega y Gasset, “es sentir irritación por su simple existencia”; sentimiento de desagrado que políticamente podría calificarse como un rechazo irrefrenable del elector que se acerca ingenuamente a las urnas con la expectativa de elegir a una persona cabal, honesta, preocupada por el interés general de España, el orden social, la convivencia y la prosperidad de todos los españoles.

España lleva ya muchos años,-desde el nombramiento del “execrable” Zapatero, como presidente del gobierno, en la actualidad correveidile y ministro plenipotenciario del Grupo comunista de Puebla- sin dignidad, sentido común y honor; carencias que se han incrementado y hecho más visibles desde la aparición en escena del traidor Sánchez, encarnación del complejo de Pinocho o del Pseudólogo, aquel que miente compulsivamente para conseguir lo que quiere, catedrático en la manipulación de la mayoría de sus cándidos e iletrados electores, fiel seguidor y discípulo aventajado del brillante propagandista Münzenberg, uno de los fundadores del partido comunista alemán y referente de las “gloriosas” Secciones de “Agitación y Propaganda” que han coadyuvado a trastornar el mundo occidental, sembrando la simiente de la criminal ideología socialista que a lo largo de la historia se ha cobrado 150 millones de víctimas mortales.

Los socialistas se nutren, se alimentan, viven a expensas de los millones de “mansos de corazón” , y estos, por mucho que se esfuercen, no han de encontrar descanso para sus almas, sus vidas o sus familias.

Hay que exceptuar de lo dicho anteriormente, a los favorecidos por el nepotismo socialista ,colonizador de las instituciones del Estado, que deja en ridículo la privanza, el valimiento de los padrinos de la mafia.

Merecer el odio de los que envenenan al pueblo será para nosotros una honra”.

Frase digna de respeto, henchida de verdad y constitucionalmente en total consonancia con el artículo 1 de nuestra Carta Magna que dice que “la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”; un pueblo envenenado carece de discernimiento y capacidad para advertir y entender lo que significa tener la propiedad, ser el poseedor de la soberanía, de las esencias, tradiciones y costumbres de la Nación, y mucho menos podrá constituirse en fuente de donde emanan los poderes legislativo, ejecutivo y judicial que son los encargados de dictar normas de convivencia, dirigir la política interior y exterior y la defensa del Estado o administrar la justicia que emana del pueblo en nombre del Rey.

El problema se suscita en responder ¿ quién o quiénes envenenan o han envenenado al pueblo español desde la promulgación de la Constitución del 78?

¿Quiénes han embarrado el campo constitucional?

¿Quiénes han adulterado y contaminado el orden constitucional?

¿Quiénes han manejado a capricho partidista con el afán de conservar el poder a toda costa y en beneficio e interés particular, la Constitución, las leyes, las instituciones, las despreciables alianzas con los terroristas vascos de EH Bildu o con los independentistas de uno u otro signo?

¿Quiénes están en el proyecto de conceder la amnistía a los golpistas catalanes, arrasando explícitamente la supuesta igualdad entre españoles, dando al traste con la separación e independencia del poder judicial, humillando a España, a los españoles y a los catalanes que se consideran parte de España?

¿Quiénes son los responsables de exponer deliberadamente y a corto plazo, a España a una desintegración territorial y a un cambio de Régimen?

Observe el lector el gran sarcasmo y la magnífica farsa del partido de los 100 años de honradez, el autor de la cita referida es el fundador del PSOE, Pablo Iglesias Posse.

Zapatero y Sánchez por méritos propios se han constituido en la reserva espiritual del socialismo español. Son merecedores del odio del pueblo que ellos han envenenado.

Cuidaos de que nadie os odie con razón”, en política, todo puede cambiar sin esperarlo; es decir, millones de buenos españoles podríamos tener la satisfacción de ver a Sánchez en el banquillo dando cuenta de sus desmanes políticos y sometiéndose a la justicia que emana del pueblo soberano.

Ni un instante voy a perder para escribir algo sobre la Piñata golpeada con furor y rabia por unos españoles que daban rienda suelta a su frustración e impotencia ante la inexplicable situación política de España; por el momento y aprovechando unas declaraciones de mi admirada “Yoli”,-comunista de papel couché, mujer, por lo que dicen en Galicia, investida de una lealtad perruna y fidelidad fuera de cualquier crítica destructiva o duda razonable, además de ser propuesta para el premio Cicerón de retórica,- y contando con su aprobación y bendiciones digo que el odio no es delito y punto.

Para terminar y en homenaje a uno de los maestros del “mil leches” que ocupa la Moncloa, una cita de uno de los mayores asesinos de la historia para dulcificar esta absurda y sentida reflexión: “Pedir que este gobierno concluya con una paz democrática y una convivencia ejemplar equivale a predicar y señalar virtud en el explotador de un burdel”( Lenin)

Ilegítimo Presidente, que no te vea compungido, no te atormentes más, ten esperanza, no desfallezcas, que has de pasar a la historia, como pasó Calígula, Nerón o Domiciano en el siglo I d.C cuando el Senado se reservaba el derecho de maldecir su memoria al haber sido un Cesar tiránico. Se le otorgaba una “damnatio memoriae” o “maldición a la memoria” de una persona.

Antonio Cebollero del Mazo (ÑTV España)

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Política,

Última Actualización: 13/06/2024

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