Es lo que tiene. Si acabas premiando una película sobre canibalismo, creas ambiente: todo el mundo zampa a todo el mundo. O engulle determinadas zonas de la humana anatomía. O en su chabacano aquelarre, vestidos de Valentino, joyas de Bulgari y delirantes estampas varias, te jamas, por ejemplo, la reputación de quien sea: Vermut, Armando Ravelo y más allá. La inquisición rosa de alfombra ídem. Dizque se acabó. Los señoritos, pues.
Comer, comer…
La felatriz de Televisión Espantosa. Abrillantaglandes metafórica, la abracadabrante Inés Hernand (“estoy hasta el coño”, “un eructo me tiré”, “me he hecho pis”, “huelo fatal, esto ha ido increíble, venga, por el culo”…), el golpista Sanchinflas, el icono. O el sofá de Todo sobre mi madre, explícitas devora hombres. “La de pollas que me habré comido yo en lugares públicos sin que el interesado se diera cuenta“(Antonia San Juan). Y otras, nada. “El tiempo que hace que no me como yo una” (Marisa Paredes).
Zorreando y glotoneando el sentido común y la paciencia. Un sin parar de la despótica y victimista tabarra femibolche (eso sí, hipocritonas como ellas solas, nadie se acordó de Mónica Cervera, nominada al goya a mejor actriz revelación hace justo dos decenios, ni de las viudas de los pikoletos asesinados en Barbate o de las esposas de los agricultores…). O, Gael García Bernal acordándose de la “emergencia climática”. “Hay que aprovechar cada coyuntura para hablar del tema”, aseveró tan grandilocuente como ignaro. O Alba Flores, la nietísima de La Faraona acordándose, cómo no, de Gaza. O de la payasada tragacionista cometarros (más jamadas) que se tercie. O, insuperable en su fariseismo, Almodovar, Almodólar vulgo, descojonándose en nuestro jeto sobre lo mucho que contribuyen al ladronazo Estado, fisco mediante. Y ni un recuerdo o mención a los guardias civiles salvajemente asesinados…
Luys Coleto (ÑTV España)
