La Audiencia obliga a finiquitar la investigación al hermano de Puig » por un error del juzgado con la prórroga», así no se podrán practicar nuevas diligencias para investigar los contratos millonarios que salpican al PSOE en pleno. Al igual que el caso Isofotón de la verdulera acelerada de Hacienda.
No existen las casualidades en las maniobras de los despachos para archivar causas por reiterados defectos de forma que exoneran de corrupción flagrante a numerosos altos cargos del PSOE. Y si es demasiado evidente la evasiva, siempre cabe el recurso accidental del cortocircuito para quemar los archivos de documentación pertinente cuya destrucción impide enjuiciar a los culpables de la debacle de la plandemia o las compras fraudulentas de las mascarillas, como recientemente ha sucedido con el incendio en el Ministerio de Sanidad.
Para recurso de urgencia siempre estará la vendida Batet presta a prostituir con arbitrarias decisiones el Congreso y borrar los rastros de las visitas del caso Tito Berni para no dejar expuestos a los delincuentes socialistas. Todo con beneplácito, aquiescencia o vista gorda de unos responsables de la Justicia, por fin colocados al máximo nivel en el Constitucional, cuyas conciencias los revolverán en la tumba cuando vayan a dar cuenta de sus ventajistas iniquidades.
De esa no se escapa ni el oscuro prognato Conde-Pumpido, ni otros del mismo cariz. La sanación de la moral y la enmienda de la conciencia son las asignaturas virtuales más difíciles de aprobar para algunos, soberbios confiados, cuando finalizan las clases teóricas en las universidades para luego impartir justicia. Con debida y supuesta humildad dado el grado de responsabilidad que el juez tiene en la propia siembra de sus obras, existe una gran responsabilidad que frivolizan algunos con sectarismo repugnante. Así va España y la percepción de la Justicia.
¿Y qué se percibe en la calle por parte de millones de indignados ciudadanos? La Justicia en España es lo que es por quienes la componen como una máquina sacacuartos contra los ciudadanos honrados. Honrados como esas dignas excepciones de togados que destacan por la siniestra complacencia del resto con la criminalidad.
Es lo que es porque en el fondo no ha podido ser más integra, cercana, empática con las necesidades del ciudadano que cumple con la ley. Cómplice de la fortaleza delictiva por la inacción moral que cubre de vergüenza los burocráticos despachos del negocio judicial. Protegidos los derechos del delincuente en la desequilibrada balanza de los derechos que se niegan a la víctima.
Orgullo patrio ante Dios, no; espejismo de arbitraje por las buenas obras. Premiado el ardid delicuescente con la indefensión de los inocentes. El 11-M prescribe y si algún juez investiga corre la suerte en contra de Coro Cillán. Justicia sinónimo de chiringuito alimentado por el dolor de quienes no son problemáticos, siendo una pesadilla la lotería de los tribunales que juzgan sin que nada examine las conciencias atrofiadas o la corrupción sectaria e incluso los trastornos mentales.
Justicia pero menos. No en vano, Jesús disertaba en las Bienaventuranzas sobre los que eran perseguidos por la Justicia, no refiriéndose al criminal sino al humilde que sufre los devaneos de esa Justicia con la indiferencia por procurar el bien, víctima de la amoralidad de quien juzga sin las virtudes salomónicas de la equidad, careciendo de mínimo sentido común.
Justicia vanidosa que olvida los humildes deberes, tamaña responsabilidad de la conciencia, enemiga del noble y correligionaria del tramposo, presta a devorar pecunio, no obstante es primordial premisa al margen de la calidad de las sentencias, dependiendo del capricho de la interpretación de las leyes a favor de quienes la incumplen.
En España, esta España nuestra que lo soporta todo, antes la Justicia favorable al terrorista que al asesinado; antes defender los intereses del ladrón que el derecho del desvalijado; antes la defensa del que usurpa que el sentido común dando razón de Justicia elemental al usurpado.
Justicia como amenaza lejos del aliciente de protección que debería hallar el sufrido contribuyente, a merced de sinvergüenzas que usan los tribunales para enriquecerse con falsas demandas; nada que objetar a la mentira si nutre la granja donde hocican a sus anchas monetarias un conjunto de profesionales ávidos de llenar las arcas con feroz competencia.
No importa el absurdo de las circunstancias que se derivan ante un tribunal, ni los exabruptos morales de las falsas acusaciones, ni los sádicos recursos y plazos para que los criminales alarguen el acoso contra ciudadanos honrados, si funciona la máquina tragaperras. Que se imparta Justicia real y en conciencia, ¿conciencia?…es lo de menos.
Que se lo pregunten a Marlasca, paradigma de lo miserable en España.
Ignacio Fernández Candela (ÑTV España)