Es evidente que los socialistas y, en general, la izquierda y ultraizquierda, en especial la podemía malvada, jamás se pararon a leer los Evangelios, circunstancia esta que ponen de manifiesto en cualquier ocasión en la que tratan de hacer valer su prepotencia y chulería, siempre que surge oportunidad para ello.
Tal vez, si el ministro socialista que el otro día quiso colarse de rondón en la tribuna, instalada en la Puerta del Sol de Madrid, con motivo de la celebración del 2 de mayo, lo hubiese leído no habría metido la pata como lo hizo, cayendo en el más espantoso de los ridículos.
Probablemente, si el gobierno, en lugar de tirar el dinero en los viajes de la otrora “favorita” y en panfletos en vietnamita, los gastase en formar a sus ministros en temas de tanta relevancia como la etiqueta, el ceremonial y el protocolo, otro gallo les cantaría.
Cualquier acto que se precie exige de un protocolo estricto que va en función del cargo que ostenta cada uno de los invitados. Sin embargo, este cargo no faculta a nadie para que concurra a un acto al que no ha sido invitado previamente y a esa regla hay que atenerse.
Por lo que respecta al acto que nos ocupa, a la vista de la disposición de la tribuna de autoridades, que no se puede entender como un patio de colegio al que salimos todos a jugar, estaban representadas las primeras Autoridades, esto es, la Presidenta de la Comunidad, en representación del gobierno autónomo que preside y organizadora del acto (puesto nº 11 de acuerdo con el artículo 12º del R.D. 2099/1983, de 4 de agosto, de Ordenamiento General de Precedencias del Estado); a su derecha, la Ministra de Defensa, única ministra del gobierno de España invitada formalmente (puesto nº 12, en el precitado R.D.); a su izquierda, el Jefe de la Oposición (puesto nº 16); a la derecha de la Ministra, la Presidenta de la Asamblea de Madrid (puesto nº 17); a la izquierda del Jefe de la Oposición, el Alcalde Madrid (puesto nº 19); a la derecha de la Presidenta de la Asamblea, el Jefe de Estado Mayor de la Defensa (puesto nº 25) y a la izquierda del Alcalde Madrid, el Vicepresidente del gobierno de la Comunidad de Madrid (puesto nº 30).
Es decir, estaban representados todos los estamentos concurrentes al acto, especialmente si hablamos de un universo tan reducido como una presidencia compuesta por siete personas.
En primer lugar, el origen del problema está viciado ya que, de entrada, ese ministro que trató de colarse de rondón, ni tan siquiera estaba invitado al acto, concurriendo a él como acompañante de la Ministra de Defensa y, por tanto, ocupando el lugar que le corresponde en función de su presencia, no como ministro sino como acompañante.
Sin embargo, la tradicional chulería y prepotencia de la izquierda, basada en su supuesta e inexistente superioridad moral, debió aconsejarle que tratase de forzar la situación para colocarse donde a él le diese la gana, prevaliéndose del cargo que ocupa que, como tal, no estaba invitado. Una falta de educación y de elegancia en toda regla que retrata muy bien al individuo en cuestión.
Tal vez este señor ignore que cada uno invita a sus actos a quien le da la gana y que en ninguna parte está escrito que, por el hecho de ser ministro, tiene entrada libre en todas partes, ni que si se invita a un ministro hay que invitarlos a todos ya que, de ser así, efectivamente, todos los ministros invitados deberían ocupar un puesto de relevancia en la tribuna y, habida cuenta de la cantidad que hay, ocuparían todo el frente de la Real Casa de Correos y, tal vez, ni llegase.
El servicio de protocolo, a la hora de establecer el ceremonial y el ordenamiento de un acto articula unos parámetros y una estructura y en función de ellos se remiten las invitaciones para que asista, exclusivamente, aquel que está invitado y no a quien le de la gana de ir por muy ministro que sea ya que tal cargo no le confiere, por mucho que le pese, “patente de corso”.
Sin embargo, estas actitudes suelen ser fruto de la prepotencia y de la mala educación. Recuerdo una vez que fui testigo de un desplante dado por un Teniente Alcalde, cuando asistiendo a un acto en representación del titular no le asignaron su asiento lo que provocó que se ausentase de forma airada. ¿Es qué no sabía que quien representa a otro, salvo en dos casos concretos -Rey y Presidente del Gobierno- no ocupa su lugar? A lo que se ve, no lo sabía, aunque me extraña, pero, de ser así, hay que recordar lo que decía San Lucas en su Evangelio.
Sea como fuere, y volviendo al ministro que se quiso colar de rondón, la jugada le salió mal pues tuvo enfrente a una mujer, de esas que tienen lo que hay que tener, que no se achicó y le plantó cara. ¡Enhorabuena, señora!
Por otra parte, llama la atención que este ministrillo, carente de estilo y de educación, no tuviese en cuenta ni las cuotas ni las cremalleras que impulsa su jefe, pues si en la tribuna había tres mujeres y cuatro hombres, mucho peor sería si accediese él, en cuyo caso serían cinco hombres y tres mujeres. ¿No quedamos en que debe haber tantos como tantas? A lo que se ve este no piensa lo mismo.
En otro orden de cosas, no vendría mal que a las Autoridades civiles se les informase un poco más sobre protocolo y ceremonial militar y así sabrían que, cuando se homenajea a los caídos por España, mientras dura el toque de oración, se da frente al monolito o placa que los perpetúan; eso, y que al pasar la Bandera/Estandarte hay que inclinar la cabeza en señal de respeto.
En fin, que saber esas cosas va en el sueldo.
Eugenio Fernández Barallobre (ÑTV España)