Durante la rueda de prensa que María Jesús Montero, secretaria general del PSOE en Andalucía, Ministra de Economía y candidata a desalojar a Moreno Bonilla del Palacio de San Telmo, dio en Sevilla la semana pasada, hizo «un llamamiento y una invitación» a la «reunificación» del «espacio a la izquierda» del PSOE, «respetando absolutamente a todos los partidos».

No lo tiene fácil esta Montero, no la otra, para desbancar a Juanma, pues el dirigente popular, siempre suave en las formas, que para eso estudió protocolo, se ha encargado de copar la estructura andaluza diseñada por el PSOE en la autonosuya andaluza.

En algunos aspectos, Moreno Bonilla ha ido más lejos que los del puño y la rosa, tan seguros de su poder e impunidad, que durante el chavismo —de Manuel Chaves—, pusieron en marcha la Fundación Fondo de Formación y Empleo y otras estructuras clientelares de las que emergieron individuos como Juan Lanzas, cuya madre se ufanaba de que su vástago tenía «dinero pa asar una vaca».

La hegemonía del PSOE en Andalucía ha sido total durante décadas. Sin embargo, pese al mal resultado electoral obtenido en 2018, por esas carambolas democráticas, es decir, por el apoyo de VOX para desalojar a Griñán del poder, permitieron a Moreno Bonilla acceder a la presidencia de la Junta de Andalucía.

Desde entonces, el barcelonés criado en Málaga no ha hecho más que arrimar el ascua subvencionadora a su espeto, es decir, favorecer a una serie de colectivos, incluidos los sindicatos afines al sistema, que le permiten operar en la centralidad andaluza.

En estas circunstancias, la Montero del PSOE tiene difícil desbancar a un Partido Popular decididamente andalucista, que rinde pleitesía a Blas Infante, instaura el Día de la bandera andaluza, asume la política agrícola de Bruselas, la perspectiva de género y que, incluso, favorece al supuesto idioma andaluz.

Ante tan crudo panorama, la Ministra apela al mito de la unidad de la izquierda, demostrando su ignorancia, pues las diversas especies de izquierda política se han caracterizado históricamente por sus enfrentamientos.

Miembro de un partido que impulsa los 50 años de libertad por la muerte de Francisco Franco, destacada figura de un PSOE amnistiador de golpistas catalanes, Montero debería saber, por ejemplo, que el llamamiento («¡Amnistía! ¡Amnistía!») que Santiago Carrillo hizo desde Mundo Obrero para liberar a auténticos presos políticos, fue contestado desde las filas socialistas con una negativa, por entender que se trataba de una «maniobra comunista».

De conocer este hecho, no es descartable que la sevillana respondiera, como ya ocurrió con su presidente, que ese es otro PSOE, diferente al del clan de la tortilla… aunque su miembro más destacado, González, sea ahora un incómodo jarrón.

El toque a rebato que la Montero hace a quienes considera sus compañeros de viaje a San Telmo, choca con las luchas de programa pero, sobre todo, de poder, que enfrentan a las marcas encabezadas por Yolanda Díaz y la otra Montero.

Partidos que, por decirlo en la jerga del mitificado Tierno Galván, deben evitar distracciones y permanecer al loro, para colocarse.

Iván Vélez (La Gaceta)

Categorizado en:

Política,

Última Actualización: 14/04/2025

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