El PNV tiene una estructura de toma de decisiones formada por dos cabezas. Una la que guía el Partido y la otra la que dirige las instituciones. Dicho de otra manera, una la de la presidencia del Gobierno y la otra la que está al frente de la estructura política que se llama Partido Nacionalista Vasco, cuya orientación política está contenida en el término “JELTZALE”, cuyo contenido semántico deriva de “JEL” (Dios y leyes viejas). Dios porque era un partido confesional (lo pongo en pasado porque desconozco si sigue siéndolo.

No lo parece) y leyes viejas en cuanto a los fueros, es decir el pacto con la Corona que dio efecto, desde los Reyes Católicos, a los fueros; los cuales no fueron una conquista, sino una concesión de los monarcas a cada uno de los territorios que sucesivamente se fueron incorporando, en tiempos diferentes, a la Corona de Castilla, pasando del dominio Navarro al otro Reino.

Esto viene a cuento del pronunciamiento hecho público en el diario próximo al Partido Socialista por el lehendakari, estableciendo la orientación estratégica que normalmente suele corresponder hacerlo a Euskadi Buru Beltzar, u órgano de dirección del PNV.

Al hacerlo desde sede gubernamental no sé si Urkullu se ha dado cuenta de que ha confundido su función institucional con la representación del partido, que correspondería a Ortúzar, y que, con ello ha arrastrado al PSOE a un enfoque político haciéndonos suponer que lo tenía previamente pactado, pues de lo contrario ha implicado a la otra parte del Gobierno Vasco a la que también representa.

Vayamos al eje de la cuestión:

Urkullu ha convenido públicamente la necesidad de una “convención constitucional” que burle los mecanismos de reforma de la propia Constitución, con lo que intenta cambiar las reglas de juego en el marco del sistema autonómico para dotar a uno de los territorios de más atributos en cuanto a la “soberanía” territorial que al resto, y detraer así al sujeto soberano que es el pueblo español su capacidad de decisión del futuro colectivo ligado a la unidad territorial y política de cuerpo nacional que es España.

Se trata, según Urkullu, de un avance en el carácter “plurinacional” del Estado y en “el desarrollo nacional del autogobierno de Euskadi, como en su caso de Navarra y el resto de comunidades históricas”

Ya sabemos que los nacionalistas no aceptan que su ámbito de autogobierno se rija por el criterio de “café para todos”, y por tanto plantean un trato diferenciado bajo el supuesto falaz de que son comunidades “históricas”, cosa que no se sostiene por la lógica material del sintagma “comunidades históricas”, puesto que todas las comunidades son históricas de concepto.

Ninguna comunidad o territorio o grupo humano deja de tener historia. Y si historia viene referido al Estatuto de Autonomía de Euskadi de 1936 debemos recordar que ese Estatuto derivaba de un vicio de legitimación al no haber sido refrendado ni por ente parlamentario representativo del pueblo alguno al estar en situación de guerra ni por referéndum popular por la misma razón.

Ese vicio de legitimidad no es baladí y resta todo tipo de legitimación a la pretensión de que las provincias vascongadas tuvieran una historia compartida y por tanto una “historia” como cuerpo político-institucional.

Tanto nacionalistas catalanes como vascos niegan el principio de homogeneidad e igualdad de derechos con otros territorios de la nación española, única e indivisible.

Es decir, en definitiva, Urkullu ha planteado un pacto bilateral sin intervención alguna de las Cortes ni consulta al resto de los españoles. Cuestión que parte de otro elemento de inconstitucionalidad y de legitimidad de origen totalmente inaceptable.

Y parece ser que Sánchez estaría dispuesto a concederlo, lo cual sería una traición al conjunto del pueblo español y una clara prevaricación, por los vicios de legitimidad que hemos mencionado; y ello sería delictivo.

No es la primera vez que sucede este intento de ponerse por encima de la voluntad general y de la soberanía nacional del pueblo español.

En la enmienda 689 a la ponencia constitucional en 1978 el PNV planteó en su punto 3º que “hasta que se renueve el Pacto Foral con la Corona, manteniendo el Rey en dichos territorios los títulos y facultades que hubieran venido sustentando sus antecesores”.

Eso pretendía no reconocer el marco de soberanía español representado en la Constitución en ciernes en aquel momento, y solamente aceptar el principio de soberanía del Rey, retrotrayéndose al Antiguo Régimen, y, por tanto no aceptando la voluntad general del conjunto de los españoles. En esta ocasión se repite el intento que quedó frustrado en 1978 y que supuso la abstención del PNV en la votación del texto constitucional.

Se reitera, por tanto, el gesto absolutamente antidemocrático de un partido que no acepta ni ha aceptado jamás regla de juego alguna que le obligue desde el Estado español.

Sabemos a estas alturas que en la práctica, gracias a Zapatero y Sánchez, con la pasividad deleznable de Rajoy, el territorio vasco (no acepto Euskadi pues no está sustentado el término al ser ahistórico) es de facto un Estado libre asociado que no tiene plenas facultades competenciales pero que poco le falta ya para ser un Estado sin nación ni legitimación jurídica. Ibarretxe se puede dar por satisfecho.

Pero vayamos a otro principio que ha dado cuerpo a las pretensiones secesionistas y que tiene una fuente histórica que la interpreta:

Un tal “Joala” cuyo pseudónimo escondía al médico vizcaíno Arriandiaga, en carta dirigida a Engracio Aranzadi, interpretaba la deriva de Sabino Arana hacia un españolismo que durante años fue entendido en términos de arrepentimiento al ser encarcelado porque fue interceptado un telegrama al presidente de EE.UU Roosevelt, por la victoria sobre España en la que perdió Cuba, Puerto Rico y Filipinas, en los siguientes términos: “Nombre Partido vasco nacionalista, feliz por independencia Cuba federación nobilísima que presidís que supo librarla esclavitud. Ejemplo magnanimidad y culto justicia y libertad dan vuestros poderosos Estados desconocida historia e inimitable para potencias europeas, particularmente latinas. Si Europa imitara, también nación vasca, su pueblo más antiguo que más siglos gozó libertad rigiéndose constitución que mereció elogios Estados Unidos, sería libre” Queda así clara la conspiración con el poder emergente norteamericano que sometió amplios espacios de la América Hispana y compartió estrategia con Inglaterra para descomponer la Hispanidad en fragmentos hoy dependientes económicamente y depauperados.

Evidentemente a nadie se le oculta la justicia de la pena de privación de libertad por tal sedición en grado de alta traición.

Pues bien. Joala interpretaba así la supuesta deriva españolista del fundador del PNV:

¿A qué obedece, en D. Sabino, la determinación de matar un partido y fundar otro? ¿Al deseo de salir bien de la causa de que se hallaba pendiente? No; puesto que en diciembre, o sea cuatro o seis meses antes de su encarcelación, me dijo que, dentro de poco tiempo, íbamos a convertirnos en españolistas, y que, para ello, iba a dar a luz un Programa, el cual, según él creía, haría mucho ruido entre gallegos, asturianos, etc. y sería por ellos aceptado con mil amores; esto aparte de que en el País Vasco haría el efecto de convertir en nacionalistas a todos, que era lo principal. Mucha fue la viveza con que me hizo esta revelación.”

“ ¿Qué ejército sería indispensable para conseguir la independencia? Cuando menos, de 30 a 40.000 hombres; y, aun con ello, ¿se conseguiría lo deseado? (Y no hablo más que del País vasco-peninsular, pues si incluyésemos el Pirenaico sería la empresa infinitamente más imposible.) […]

¿Cómo? Dándole un plan político a España que lo divida en trozos mil, haciéndole perder la cohesión que entre sus regiones existe. Y para ello se vale D. Sabino de un Programa titulado, al menos por ahora, vasco-españolista…

Y esa es la evolución al Españolismo

¿ Que cómo? Pues deseando que el regionalismo prospere en nuestro País y cunda por España, estableciéndose pleitos y contiendas entre las diversas regiones, o aislándose unas de otras, de modo tal que no les importe la totalidad de España.

…propaguemos el regionalimo vasco-españolista, para que sea engendrador de 10, 20 0 más regionalismos españoles, y para que forme entre nosotros la deseada unión vasca que, fácilmente, por miras egoístas, habría de ser convertida en separatismo vasco.

Empecemos nosotros a ser regionalistas, y al ver nuestro hermoso Programa (porque de que será hermoso no hay duda) ha de cundir, también entre ellos, el mismo espíritu, y de ese modo ha de conseguirse la debilitación del conjunto hispano, y se nos ofrecerán coyunturas para ir intensificando más y más nuestro regionalismo, hasta llegar a renegar de toda unión con las DEMÁS (no se ría Usted) regiones españolas; y el poder que nos nos opone y que hace imposible nuestra independencia, se vendría por los suelos. […]

No son los españoles capaces de concebir un plan como será el vasco-españolista. Démosles, pues, y además incitémosles a que lo pongan en práctica: es decir, hagámonos españolistas, para poder dejar de serlo algún día. […]

Seamos, pues, españolistas con toda nuestra alma; consideremos a nuestro País como porción de un todo llamado España, y demos a ese todo un plan político que sea provechoso a nuestro Nacionalismo.»

Si conseguimos ese regionalismo español, no será menester que inculquemos doctrinas nacionalistas a los vascos: ello de por sí, por egoísmo y no por razones de raza y de historia, habrían de pretender el separatismo… ¡Muera, pues, el Nacionalismo, porque de su muerte surgirá el Separatismo y, por consiguiente, el Nacionalismo!”

El objetivo era claro, romper España. La pregunta es obligada: ¿Para qué? ¿Había alguna obediencia a poder externo? Cabe la sospecha para suponerlo.

La cuestión es si lo han logrado. Parece que van en proceso a conseguirlo. ¿Con qué objeto? Gran pregunta.

Urkullu lleva, a modo de intención, a España a una situación de balcanización completando el proceso iniciado tras el debate constitucional de 1978 que dio lugar a la Adicional 1ª, hoy ampliamente desbordada y desvirtuada. Recordemos que esa adicional reconocía los derechos históricos de los territorios forales, concesión al PNV que hoy ha extendido la carcoma al resto del territorio español en un proceso imparable hacia el suicidio colectivo.

Habrá que pedir responsabilidades si Sánchez accede a las pretensiones del presidente de Euskadi, que recordemos, es el presidente de todos los vascos, no solamente de los nacionalistas.

Ernesto Ladrón de Guevara (ÑTV España)

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Última Actualización: 13/06/2024

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