Eso es lo que sentí viendo por la tele lo que decían, ¡y a gritos!, las “feministas” que amparaban a la rebelde, o loca, o angustiada, o resentida, o celosa doña Irene Montero durante la manifestación (disminuida, por cierto, de “escandaleras” anteriores) del 8 de marzo de este año:
“¡QUIERO SER LIBRE PARA FOLLAR DONDE, CUANDO, Y CON QUIÉN QUIERA!”
Dios, y me dieron ganas de irme a la estación y cogerme el primer tren que me llevase a París (como hizo aquel Presidente de la República que en medio de una marabunta sesión en el Parlamento dijo: “Señores, voy a serles franco: estoy hasta los cojones de todos nosotros”).
Pero, inmediatamente pensé que estos miserables y miserablos y miserablas y miserablis y miserablus no se merecen que le dejemos el campo libre para hacer de España lo que pretenden hacer.
Eso sí, con la vergüenza ajena no se me ocurrió otra cosa que perder mi vergüenza propia y saqué del baúl de mis recuerdos algunos de los poemas o lo que sean que tenía guardados porque me daban vergüenza sacarlos a la luz.
Y así me entretuve leyendo (leyéndome, estos dos que hoy, sin vergüenza me atrevo a reproducir para ustedes:
“¡Que venga Santiago
en su caballo blanco!
¡Que venga Colón
Cortés y Pizarro!
¡Que venga Cervantes,
Lope y Calderón!
¡Que vengan Teresa,
Francisco Javier e Ignacio!
¡Que vengan Velázquez
Goya y Picasso!
¡Que vengan Larra,
Unamuno, Ortega
y Marañón!
¡Que vengan los Tercios
de Flandes
y el Gran Capitán!
“¡Que venga Santiago
en su caballo blanco!
¡Que venga Colón
Cortés y Pizarro!
¡Que venga Cervantes,
Lope y Calderón!
¡Que vengan Teresa,
Francisco Javier e Ignacio!
¡Que vengan Velázquez
Goya y Picasso!
¡Que vengan Larra,
Unamuno, Ortega
y Marañón!
¡Que vengan los Tercios
de Flandes
y el Gran Capitán!
“No le tengo miedo
al mundo.
No le tengo miedo
a la muerte.
No le tengo miedo
al hambre,
ni a la miseria
ni a Hacienda
No le tengo miedo
a los hombres
ni al cáncer.
No le tengo miedo
al diablo
ni al infierno.
No le tengo miedo
al Poder,
ni a la traición…
Sólo les tengo miedo
¡ay, ay, ay!
a mi mente
y a mi imaginación”
Y no quiero ni recordar, ni citar, los bochornosos gritos de las feministas de doña Irene porque no se merecen ni eso… ¡y pensar que esta “gentuza” también puede votar para decidir el futuro de una Nación seria que llegó a ser el Imperio más grande de la Historia!.
Julio Merino (ÑTV España)