Algunos grupos políticos han decidido convertirse en un conjunto de gente grosera y vulgar, asi que hagamos algo por proteger de su voracidad al único poder del estado que se resiste a convertir a sus miembros en siervos con toga.
En el parlamento hay muchos iletrados que no creen en la división de poderes ni en la democracia, socios ideales para los planes del marido de Begoña que ahora está empeñado en cargarse a un poder judicial independiente.
La campaña contra de la independencia de este poder del estado tiene como agitadores a los ministros más zafios y a la vicepresidenta más gritona aunque cualquiera de ellos serviría para esta histérica acción.
Parte de la dudosa credibilidad de algunos jueces la tienen ellos mismos que aceptaron que una de sus asociaciones se llamase “Jueces para la democracia” como si los otros fuesen “jueces para la dictadura”.
Las Instituciones jerárquicas están bajo sospecha de parcialidad porque las decisiones más políticas del Constitucional en los asuntos más ideológicos aciertan siempre al equivocarse a favor del gobierno (¿verdad, Cándido?), aunque en otros tiempos se equivocaron favor del PP. La diferencia entre ambos supuestos es que ahora están jugando con la democracia y la división de poderes.
Nunca ha habido una colonización tan burda e indisimulada como hasta ahora, y la única esperanza está en los jueces que no se arredran ante las presiones o amenazas de sus propios jefes, sigan dando la cara, fieles a las leyes, recurriendo ante instancias y siendo conscientes de que son el último bastión de nuestras libertades en un momento en el que el gobierno y sus socios claramente anti constitucionalistas, están conculcando los cimientos del propio estado de derecho.
El abuso de poder, la utilización del Estado en beneficio propio y particular, el despotismo no ilustrado del Presidente y sus ministros, la absoluta falta de transparencia, el desprecio al parlamento y la ocultación de pruebas sobre posibles delitos, son datos suficientes para intentar salvar nuestra democracia.
Diego Armario