El PP enterró compañeros de filas asesinados por la barbarie etarra y lo ha olvidado con la comodidad de no vigilar las nucas ni los bajos del coche. ¿Dónde estaba el radical nacionalista gallego, disfrazado de mosquita muerta, cuando asesinaron a Miguel Ángel Blanco? Hoy son socios de andanzas sectarias junto a Bildu y no pasa nada si se homenajea a un terrorista o narcotraficante. El PP se ha vuelto así de progresista.

Feijóo aplaudió con las orejas al terrorista Gustavo Petro y con él toda la fila de populares, tan entregados ellos en tanto hacen ascos a VOX que abandonó el hemiciclo para no formar parte de la infamia. Jamás habría imaginado un aplauso en pie como el de Feijóo antes de ser candidato a la presidencia, pero con el tiempo ha dado muestras sobradas  de ser un miserable cuanto más es conocido.
El aplauso a Petro fue vomitivo. Las palmas se introdujeron por el orto y se le salían por la garganta partiendo su cara aún más difusa, menos humana, con ese rictus que se gasta de repugnancia, con ese rostro de asco que le califica cuando abre la boca. Metafóricamente se me había convertido la visión en una deformidad humana donde el culo pasaba a ser su cabeza,  teniendo por cabeza el culo.
El decepcionante nacionalista gallego disfrazado de patriota español era en pie una deformidad por sí solo, amoral y transformista, degenerado en lo ideológico, desorientado en el laberinto de una conciencia deficitaria.  Las afinidades y simpatías por el narcoterrorista Petro podrían explicarse por aquellas amistades de ocios náuticos que le retrataron en el pasado, hasta el presente que confirma la ausencia de casualidades.
Daba asco. Las palmas de Feijóo resonaban desde las entrañas anales y parecían estrambóticas por asquerosas cumpliendo una vez más la sospecha de traición que se acrecienta aún más con el aplauso junto a los enemigos de España. Palmas enfervorizadas, más bien nalgadas para quienes se dejan dar por retaguardia, así tengan que aplaudir con los glúteos si tienen las manos ocupadas para conspirar junto al traidor de La Moncloa y sus secuaces contra los españoles.

Junto a él la comparsa escorada de un Partido Popular encadenado por los bajos cerebelos, malabaristas de la hipocresía contentando a los radicales de la siniestra con sumisa complacencia en el engaño al propio electorado. De pie junto al desecho de esta España esnifada que se echan a la nariz los delincuentes socialcomunistas, Feijóo lució lo miserable que no esconde pensando que viste la piel del oso de la presidencia antes de atraparlo. Parece no pensar que, de conseguirlo, habrá de vérselas con una jauría capaz de devorar nuestro país si pierden la jauja del poder.
Mientras Francisco Barbosa,  Fiscal General de la Nación en Colombia, responsabiliza al narcoterrorista Gustavo Petro en caso de que su familia o él sean asesinados, el de la cara de asco permanente aplaude el aborto, los pactos con independentistas, la continuidad de leyes aberrantes y hasta el intento de  imponer vacunas que luego se descubren causa de la criba mortal que está exterminando silenciosamente en tanto se desvela con sordina  la estafa genocida de la plandemia…
¿Cómo no iba a aplaudir hasta con el orto sumiso las aberraciones prostituidas de esa sauna de putas y coca que el sanchismo se ha montado en el Congreso con el Tito Berni y la corrupción del PSOE en pleno, protegidos por la Batet y el Constitucional que entregó tan cobardemente? Feijóo de mal en peor no se merece a España.
Ignacio Fernández Candela (ÑTV España)

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Última Actualización: 13/06/2024

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