Creo que es buena idea esa la de la piñata de políticos apaleada en público. La piñata, no el político. Son muñecos de una tradición secular. Debería generalizarse: que de lo malo salgan los dulces para alegrar el día de los niños y no tan niños.

Más piñatas para apalear y fallas-otra tradición españolísima- quemar. ¿No queman banderas de España en Vascongadas y Cataluña los que odian a España y a los españoles?¿No decapitan figuras del rey y de Colón?¿No guillotinan a Rajoy las graciosísimas juventudes socialistas?

Una piñata con un traje y nariz de Pinocho no representa violencia, sino la mezcla del divertimiento y la legítima indignación. Respecto a los llamados rojos, por ellos mismos, comunistas, socialistas, anarquistas y socialdemócratas, los siguientes delitos de ODIO durante décadas han sido:

ODIO inextinguible a Dios y a su Santa Iglesia Católica Apostólica y a todos sus miembros, clero y fieles.

ODIO inextinguible a España, a su incomparablemente gloriosa historia (la nación que más ha amado a Dios, la que más santos, mártires y sangre derramada ha dado al Señor), a su unidad bimilenaria y a su fe católica apostólica desde el Apóstol Santiago hasta la actualidad.

ODIO inextinguible a la Palabra de Dios, el Nuevo Testamento y a los Santos Evangelios.

ODIO inextinguible a Jesucristo Nuestro Señor y a todos sus santos, santas, mártires, misioneros y soldados de cristo (Tercios, Legión, Infantería, Armada española, y demás cuerpos militares, así como a la Guardia Civil).

ODIO inextinguible a todas las almas consagradas (sacerdotes, monjes, frailes, monjas y seglares) de todos los tiempos.

ODIO inextinguible a todas las generaciones de españoles que celebran misa al menos los domingos y fiestas de guardar.

ODIO inextinguible a los templos católicos, escuelas, institutos, universidades, hospitales, centros de salud, bibliotecas, orfanatos, residencias, etc. de los católicos.

ODIO inextinguible a los hombres y mujeres grandes de España que lideraron a la nación en tiempo de crisis para bien de nuestra amada patria, cuyo recuerdo quieren extinguir de todo ámbito.

ODIO inextinguible a la bandera de España y a sus símbolos, objeto de burla y mofa por parte de sus enloquecidos adeptos.

ODIO inextinguible a la naturaleza por Dios Todopoderoso creada, siendo los mayores agresores contra la naturaleza los países rojos.

ODIO inextinguible al hombre, al que pretenden castrar, afeminar y corromper desde la más tierna infancia.

ODIO inextinguible a la mujer, reduciéndola a mero objeto sexual socializable (adulterio promovido que reduce a hombre y mujer a mero objeto ególatra del capricho del momento, como quien se compra el último modelo de coche), atrayendo violencia extrema contra ella y separándola de su verdadera dignidad, la que hace de ella madre y esposa, que no esclava de un infierno socialista. Los rojos aparecen ahora como «corderos defensores» de la mujer, cuando la han degradado al máximo.

ODIO inextinguible a la castidad, promoviendo todo tipo de perversión contra Dios mismo superando incluso a Sodoma y no respetando ni siquiera a los niños y niñas en los colegios e institutos. Los rojos han propagado la homosexualidad, la prostitución, la pornografía de todo tipo, el adulterio, etc. Y luego pretenden hacerse pasar por bomberos tras haber incinerado el bosque.

ODIO inextinguible a la pureza y a la infancia feliz.

ODIO inextinguible a los niños y niñas, a los que pervierten y a los que someten a abusos en cada vez mayor medida cuando caen en sus garras, como auténticos pedófilos depravados. Los rojos trajeron y propagaron el aborto por toda la tierra y nadie ha matado más niños y niñas de hambre que ellos. Y siguen haciéndolo donde pueden.

ODIO inextinguible al noviazgo casto, ridiculizando a los jóvenes célibes como si fuesen apestados e indeseables, para que atemorizados o engañados lo acaben siendo como ellos mismos lo son.

ODIO inextinguible al matrimonio y su indisolubilidad, al que pretenden extinguir con todo tipo de ataques allí donde alcanzan el poder, empezando por el satánico divorcio (fuente de innumerables maldades de ególatras narcisistas inmaduros que no saben más que pensar en sus placeres del modo más psicópata que existe) y la calificación blasfema de «matrimonio» a cualquier concubinato, amancebamiento o trato de pura y falsa conveniencia, ultrajando así a la santa unión de amor (desconocido para los rojos, que no aman a nadie) de tantos matrimonios a lo largo de toda la historia.

ODIO inextinguible a la familia: padre, madre, hijos e hijas, ridiculizándola y pretendiendo hacer pasar por «familia» a una piara de enloquecidos depravados de cualquier tipo.

ODIO inextinguible a la intimidad natural y normal de hombres y mujeres casados, haciendo del sexo un mero reclamo mercantil y objeto de rumores de los que sirven a satanás murmurando sobre los otros. Los rojos propagan la pornografía para corromper a la población más vulnerable, y luego hablan de «violencia contra la mujer», lo que difunden sin parar.

ODIO inextinguible a la vejez, representando la eutanasia y la exclusión y reclusión de ancianos y ancianas en residencias sin visitas, su «preocupación» por sus progenitores (si es que los conocen).

ODIO inextinguible a la libertad, inseparable del conocimiento de la Verdad (Jesucristo Nuestro Señor), pues los rojos son los judíos de nuestro tiempo, mentirosos como su padre, el demonio. El oxígeno es a la respiración lo que la mentira a los rojos, su miserable vida. No hay mayor esclavitud que el socialismo, sistema infernal de mentiras, engaños e hipocresía incontrolada.

ODIO inextinguible a las sanas tradiciones y a las fiestas cristianas, sustituyéndolas por celebraciones satánicas (feminismo 8M, comunismo 1Mayo, orgullo lgtbi, halloween, blasfemia navideña del viejo vestido de rojo papa noel, etc.) que es imposible santificar sin cometer herejía.

ODIO inextinguible al patrimonio histórico, cultural, artístico y educativo católico, que tanto PIB genera en innumerables provincias y localidades, al que han pretendido siempre demoler y extinguir. Ese es su verdadero rostro «cultural».

ODIO inextinguible a la educación, que es católica en sentido estricto, pues no puede ser de otro modo. Allí donde pueden, sustituyen educación por adoctrinamiento y lavado de cerebro, además de perversión de jóvenes y niños. La educación desaparece de donde los rojos tiranizan a los centros.

ODIO inextinguible al idioma de España, el español, hablado diariamente por más de 600 millones de hispanohablantes en toda la tierra y, cada vez más, por no hispanohablantes, que no dudan en querer aprenderlo y que lo aprendan sus hijos. Los rojos son firmes defensores de que el español desaparezca de Cataluña y Vascongadas.

ODIO inextinguible a la belleza, pues los rojos odian la belleza, hacen culto a la fealdad y a lo asquerosos y repugnante.

ODIO inextinguible a la generosidad y a la caridad, a la que pretenden sustituir por la mundana solidaridad.

ODIO inextinguible a los toros, eso sí, nada de odio al aborto.

ODIO inextinguible al trabajo honradamente desempeñado y preferencia por el trabajo funcionarial y privilegiado sin rendir y sin ganarse el sueldo.

ODIO inextinguible a la honradez, al esfuerzo, al mérito y a la legítima promoción, ardiendo de envidia si alguno destaca, intentando siempre eliminarle.

Esto si es odio y no la denuncia oportunista del cinismo y el victimario pasando hipócritamente por víctima.

ÑTV España

Categorizado en:

Política,

Última Actualización: 13/06/2024

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