Por mucho que intenten ocultar bajo el lodo a los muertos que esperan después achacar a una hipotética pandemia provocada por las riadas; por mucha que sea la complicidad carroñera y sectaria de ese bando de criminales que pretende diezmar a media España; por mucho que siembren la cizaña y abusen por la fuerza contra la pena y la tragedia que sufre un pueblo víctima de psicópatas; por mucho que oculten la bajeza diabólica de una estrategia macabra que no requiere de testigos para estafar socialmente a toda una España manipulada, usando a los valencianos para consumar un plan malicioso inédito en una España contemporánea, donde el 11-M fue un campo de experimentación para aspirar a mayores terrores proyectados para convulsionar una sociedad pacificada…
Por mucho que la cara de malparido de Pedro Sánchez sea cada vez más detestable donde no se disimula ya en sus facciones que es un demonio con apariencia humana, lejos de inspirar temor hará que la indignación reviente y le exploten en la cara estos seis años de aberraciones encadenadas, con una matanza de miles de ciudadanos: colofón a su existencia personal como estafador de la política. Con cada muerte está la condena de España cuando brinda a un criminal un sólo día de vida en la presidencia que ha significado decenas de miles inocentes ejecutados por un engaño masivo de aniquilación programada.
No podrán encubrir que tras las imágenes reales de la debacle, la zona de guerra sin rescate, los horizontes desolados con miles de coches en lontananza, los cientos de garajes convertidos en tumbas acuáticas, los barros fétidos que esconden cadáveres abandonados, está la proyección desalmada de un grupúsculo de diablos que en unísona complacencia sacan tajada oscurantista de esta realidad de terror que se han montado, con un escenario dirigido por la ineptitud consabida y la malignidad presumida, ensoberbecida de triunfal chulería homicida.
Las alimañas acusan a los ciudadanos de bien de ultraderecha, como parvularios de mierda hipnotizados por la misma consigna de parásitos y paniaguados que critican a los que se hunden en el barro de la catástrofe con desempeño humanitario como la organización Revuelta. Además, boicoteados por estas bestias de la crítica cómoda e hipócrita que los retrata. Como a las supuestas oenegés que ha pretendido monopolizar las ayudas requisando lo aportado por un voluntariado que ha descubierto el carroñero negocio de los fingidos altruistas.
Cada escena de estos 70 municipios trasegados por la barbarie socialista, describe la catástrofe que estos inmisericordes atienden con el cálculo de los tiempos que puedan favorecer las verdaderas intenciones, las inconfesables asechanzas que todavía se ciernen sobre los supervivientes de la gota fría que ellos se encargaron de agravar con pavorosa insensibilidad propia de hijos de Satanás.
La Dana no arrasó Valencia sino los cómplices humanos que abrieron las compuertas de la presa provocando un tsunami devastador. ¿Inepcia o siniestro propósito de uso político, psicopático? No es baladí el interrogante a sabiendas de quiénes se tratan.
Los damnificados por los turbios manejos delictivos de estos malhechores del averno, sospechan que el abandono real al que están siendo sometidos-según dicen damnificados que graban la indiferencia por sus situaciones límites- por un ejército y Fuerzas de Seguridad del Estado represivas y sospechosamente pasivas en las labores de rescate-salvo cuando supuestamente actúan para sacar muertos de modo sibilino, ocultos por las sombras de la noche más oscura de Valencia- obedece a unas órdenes premeditadas para evitar la indignación sulfurada que supondría saber que los ciudadanos que han perdido la vida se cuentan por miles.
Los ciudadanos desatendidos que denuncian la prostitución repugnante de los medios de comunicación, minimizando el apocalipsis de la Dana, practicando la manipulación sin entrañas contra el dolor sin límites de las torturadas víctimas que lo han perdido todo, encuentran sentido a las extrañas maniobras que observan con contenida rabia.
¿Esperan a contabilizar los fallecidos cuando se anuncie una nueva pandemia? ¿Encontrar más cuerpos cuando se haya extendido una nueva plaga, además de abrir las compuertas del infierno para anegar de muerte 70 pueblos hoy fantasmas?
De estos demonios hay que esperarlo todo pero tarde o temprano el causante de todos los males será sepultado por sus obras, enterrado para no volver a levantarse jamás. Hay un antes y un después del crimen de la Dana. Valencia será la tumba y su maquina del fango de corrupción lo enterrará.
ÑTV España